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    La militarización del autoritarismo en Latinoamérica por Rusia​

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    La militarización del autoritarismo en Latinoamérica por Rusia

    Por Caroline C. Cowen 

    Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The National Interest (aquí)

    En enero, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, amenazó que Rusia podría enviar material militar a Cuba y Venezuela si fallaban las conversaciones para prevenir una guerra en Ucrania. Aunque la amplia amenaza militar de Rusia puede no ser creíble, es una amenaza estratégica real, aunque limitada, para el hemisferio occidental. La amenaza estratégica no es solo una presencia rusa, sino el triángulo de regímenes autoritarios que apoya Rusia, mientras que simultáneamente desmantela las democracias y promueve el autoritarismo militar. El apoyo a Rusia durante su invasión a Ucrania por parte de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, es un factor desestabilizador en América Latina, donde Rusia ha apalancado una coalición de regímenes antiestadounidenses, incluyendo un eje antiestadounidense que incluye a Irán, la Alianza Bolivariana y China.

    A través de amenazas selectivas, actividades militares y comerciales y guerra de información en la región, Moscú está fortaleciendo a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua como un punto de influencia geopolítica. Dado que Venezuela y Nicaragua están desesperadas por recibir efectivo, crédito y un suministro estable de energéticos, han dependido cada vez más en Cuba y Rusia para recibir asistencia militar conforme han incrementado su represión. Cabe destacar que Rusia es uno de los principales proveedores de armas del régimen venezolano y nicaragüense.

    Rusia y China en el hemisferio occidental

    La capacidad de Rusia para suministrar material militar y ofrecer créditos a largo plazo  es limitada. Durante las últimas dos décadas, China ha desempeñado un papel más importante en la región otorgando préstamos, realizando inversiones y comprando productos básicos. Por ejemplo, China ha otorgado $62.2 mil millones en préstamos a Venezuela entre 2007 y 2016. El dinero de China ha permitido que estos regímenes permanezcan suficientemente estables económica y políticamente como para cooperar con Rusia en forma provocativa.

    En 2005, la cooperación militar entre Rusia y Venezuela creció en respuesta al apoyo de los Estados Unidos a Georgia y Ucrania. De manera similar, Venezuela, Cuba y Nicaragua han recibido visitas de oficiales militares rusos durante momentos de tensión con Occidente. Además, el apoyo de Rusia a la soberanía nacional resuena con los países en la región. En la guerra entre Rusia y Georgia de 2008, Cuba, Venezuela y Nicaragua defendieron las acciones militares de Rusia en Osetia del Sur. En 2014, los tres países votaron con Rusia en contra de la Resolución 68/262 de la Asamblea General de la ONU, que expresó su apoyo a la integridad territorial de Ucrania.

    Nicaragua, Cuba y Venezuela han consolidado un nuevo triángulo de seguridad regional mediante su alianza con Rusia, rompiendo sus compromisos con el régimen de seguridad interamericano, incluyendo el Tratado de Seguridad Regional Centroamericano. En 2008, Cuba y Venezuela firmaron varios acuerdos militares secretos, tres de los cuales incluyen el fortalecimiento de su defensa colectiva, fomentar sus lazos entre las comunidades de inteligencia y la prestación de apoyo técnico a las fuerzas armadas venezolanas.

    Las cúpulas militares nicaragüenses, cubanas y venezolanas son codependientes con sus dictadores, quienes militarizan sus regímenes autoritarios y les permiten actuar con impunidad y cometer violaciones graves a los derechos humanos. Como instrumento de represión, los militares auxilian e instigan los abusos del gobierno. En particular, los ejércitos en cada uno de estos países están armados y entrenados para dirigir estados policiales represivos. Como ejemplo de esta codependencia, Ortega modificó la Constitución de Nicaragua, con apoyo de la cúpula militar, en la que se le garantizó su reelección indefinida.

    Rusia y China están llevando a cabo una guerra híbrida, utilizando sistemas y equipos de inteligencia militar de alta tecnología, algunos en manos de contratistas privados. En Venezuela, Rusia ayuda financiando grupos paramilitares para poder negar su involucramiento. Se reporta que en 2019, el Grupo Wagner (contratistas militares privados o PMC) operó en Venezuela para proporcionar seguridad al Presidente Nicolás Maduro. No obstante los datos de rastreo de vuelos que muestran aviones de transporte militar y carga ruso viajando desde Rusia a Caracas, Rusia negó cualquier asociación con el grupo.

    Rusia también mantiene equipo militar de previa generación en la región, creando una base para la participación militar rusa, incluyendo contratos de mantenimiento y restauración de ese equipo y para la venta de nuevos equipos. Por ejemplo, hay más de 400 helicópteros militares rusos en América Latina, y el 42 por ciento de las nuevas ventas de helicópteros militares son equipos rusos.

    Varios de los principios de política exterior del Presidente Ruso, Vladimir Putin, influyen directamente en el hemisferio occidental. Al apoyar a estos regímenes, Rusia actúa como un contrapeso a los EE.UU., arremetiendo contra los intereses de los EE.UU., utilizando cuestiones periféricas (como Venezuela) para reafirmar la idea de Rusia como un árbitro necesario para la seguridad internacional.

    Cuba

    En 2008, Cuba y Venezuela firmaron quince acuerdos secretos para transformar las fuerzas armadas venezolanas. El entonces líder venezolano, Hugo Chávez, adquirió miles de millones de dólares en armas de Rusia, con mediación cubana. Los oficiales cubanos desarrollaron doctrinas, manuales de entrenamiento e impartieron entrenamiento. En 2008, un ejercicio incluyó un curso para la construcción de túneles que creó bunkers y puestos de mando subterráneos imitando, en palabras de un general venezolano, “una filosofía de guerra vietnamita”.

    Tres de los acuerdos incluyen fortalecer la cooperación en materia de defensa, el desarrollo e intercambio de inteligencia —incluyendo una unidad de investigación radioelectrónica y un sistema de radar—, y proporcionando apoyo técnico a los militares venezolanos. El plan también incluye entrenamiento especializado para las tropas venezolanas en Cuba; así como la creación de una unidad militar cubana basada en Venezuela.

    Un acuerdo creó el Grupo de Enlace y Cooperación Cubano (Gruce), una unidad conformada por oficiales cubanos apostados permanentemente en Venezuela, cuya misión es brindar asistencia en la asimilación, operación, reparación, modernización y uso táctico del equipo bélico disponible para las fuerzas venezolanas. En 2017, el Gruce lideró tropas venezolanas en un ejercicio de entrenamiento a nivel nacional citando la “hostilidad” de las naciones vecinas.  Todo esto se suma a los miles de miembros de personal cubano de inteligencia en Venezuela.

    Venezuela

    De 2010 a 2019, las empresas estatales rusas vertieron $ 9 mil millones en la economía de Venezuela, fortaleciendo a PDVSA, la compañía petrolera estatal de Venezuela, diluyendo el impacto de las sanciones estadounidenses. Aunque el sector energético es el eje central de la relación Venezuela-Rusia, la relación militar entre los dos tiene el potencial de militarizar aún más el régimen de Caracas.

    Junto con otros miembros de la Alianza Alba, Chávez ofreció a Rusia el uso de una base militar venezolana en La Orchila, una isla en el Caribe. Rusia ha vendido miles de millones en equipo militar a Venezuela, incluyendo tanques, cazas de combate y armas cortas. Venezuela debe a Rusia cuando menos $ 10 mil millones por los cazas de combate que compró entre 2009 y 2014. También se ha reportado que los dos países construyeron una fábrica en Venezuela para fabricar rifles Kalashnikov, así como una instalación para entrenar a los pilotos venezolanos para volar helicópteros rusos.

    Desde 1999, Venezuela ha recibido miles de millones de dólares en préstamos de Rusia para financiar la adquisición de arsenal militar. Venezuela ha comprado sistemas antiaéreos S-300, sistemas de defensa aérea portátiles (MANPADS) IGLA-S y aviones de uso múltiple, helicópteros y tanques T-72. A lo largo de 2019, Rusia continuó enviando especialistas en mantenimiento y técnicos para dar mantenimiento equipos incluso después de que Rostec, una corporación militar-industrial estatal rusa, retiró a sus asesores militares de Venezuela.

    En 2008, Rusia desplegó bombarderos con capacidad nuclear TU-160 a Venezuela por primera vez, seguido de cuatro buques de guerra, en respuesta al apoyo de EE.UU. a las aspiraciones de Ucrania y Georgia para adherirse a la OTAN durante la guerra de Moscú contra Georgia. Rusia envió sus bombarderos TU-160 a la región nuevamente en 2013 cuando los Estados Unidos y la Unión Europea la presionaban por su apoyo a las fuerzas separatistas en Ucrania.

    Desde 2009, Rusia ha vendido casi $ 9 mil millones en equipo militar a Venezuela, incluyendo cazas de combate, tanques y sistemas de misiles antiaéreos (SAMS). En 2017, se calculó que el régimen de Maduro tenía cuando menos 5,000 misiles antiaéreos de fabricación rusa. Estos sistemas podrían salir de las manos del régimen y ser utilizados por grupos armados irregulares, como el Ejército Nacional de Liberación, y grupos disidentes de las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia.

    En 2018, Rusia envió dos TU-160 con alcance a los Estados Unidos. Cuando el régimen de Maduro se debilitó en 2019, Putin envió sistemas S-300 para ayudar disuadir la intervención militar estadounidense en favor de su alternativa preferida, Juan Guaidó. Además, el S-300 llegó con “expertos” rusos, que podrían proporcionar seguridad a Maduro.

    Nicaragua

    Apenas el mes pasado, el gobierno nicaragüense autorizó que el personal, barcos y aeronaves rusas entraran a Nicaragua del 1.° de julio al 31 de diciembre de 2022 para participar en ejercicios de ayuda humanitaria y militares y operaciones en el Mar Caribe y el Océano Pacífico.

    Nicaragua ha sido uno de los socios clave de Rusia en la región desde el regreso de Ortega al poder en 2007. En particular, las compras de armas de Nicaragua entre 2010 y 2021 son casi tan grandes como las de los tres países del Triángulo del Norte.

    De 2007 a 2016, el apoyo de Rusia a Nicaragua incluyó helicópteros MI-17, cazas de entrenamiento Yak-130, aviones de transporte mediano AN-26, vehículos blindados TIGR, tanques T-72, cañones antiaéreos ZU-23, vehículos blindados, buques de patrullaje y misiles. En 2017, Rusia estableció una instalación para descarga de datos del sistema satelital Glonass, y una instalación de entrenamiento regional rusa en Managua para la organización antidrogas rusa, FSKN, que ofrece a los agentes rusos la oportunidad para interactuar con autoridades policiales de toda Centroamérica.

    En 2016, Rusia envió a Nicaragua un primer lote de 20 tanques de guerra T-72B (de 50 autorizados), con un costo de 80 millones de dólares, en el marco de su acuerdo de “cooperación técnica militar”. El ejército nicaragüense justificó la compra de tanques como parte de un plan para modernizar su equipo. Las órdenes de Nicaragua a Rusia también incluyen cuatro botes de patrulla, que cuestan aproximadamente 45 millones de dólares.

    Una de las primeras acciones de Ortega cuando regresó al poder fue cambiar el papel del Ministerio de Defensa para dejar de actuar como un vínculo entre militares y civiles y mantener, en cambio, una relación directa entre Ortega y los mandos militares y los comisionados de policía. En la práctica, Ortega asumió el papel de jefe político, militar y civil de las fuerzas armadas, utilizando este aparato para suprimir la disidencia. Esto definió el papel que jugaría el ejército nicaragüense para perpetuar la violencia estatal que se llevó a cabo contra los manifestantes en 2018. En particular, el Dragunov, un rifle semiautomático ruso, fue utilizado por paramilitares para atacar y disparar contra inocentes civiles durante las manifestaciones.

    Ortega y Putin se refieren a su asociación como “cooperación estratégica”. En 2017, Rusia donó una estación satelital a Nicaragua y existe especulación de que será una instalación espía, a pesar de que los funcionarios de nicaragüense dicen que se utilizará para el sistema de navegación satelital ruso, Glonass. La estación es administrada en Managua por la agencia espacial rusa, Roscosmos, y la misión diplomática rusa mantiene el control administrativo. Nicaragua solo proporcionó la tierra. Rusia afirma que la instalación se usa para monitorear los satélites rusos para uso civil, pero parece estar equipado con antenas para interceptar una variedad de frecuencias de radio que podrían usarse para vigilancia doméstica. La estación está conectada con 24 satélites rusos, cinco de los cuales podrían enviar información continua a Nicaragua. También podría interceptar el tráfico de Internet en el cable de fibra óptica ARCOS 1 que se extiende desde Miami hasta Centroamérica.

    Conclusión

    La estrategia multidimensional de Rusia en Venezuela, Nicaragua y Cuba incorpora un amplio espectro de actividades estratégicas y actualmente está ampliando su influencia a través de la venta de armas y otras actividades de bajo perfil, incluida la desinformación, y el fortalecimiento de su posición en América Latina.

    América Latina está experimentando un cambio a la izquierda, que abre puertas para que Rusia ofrezca una alternativa. También limita el apalancamiento que EE.UU. podría tener en función de la cooperación de bilateral en materia de seguridad y los foros multilaterales para presionar a estos regímenes. Los posibles socios rusos podrían incluir al Partido Libre de Xiomara Castro, presidenta de Honduras, particularmente después de que la mandataria hondureña acaba de otorgar a Ortega un premio a la democracia, al igual que al presidente Gabriel Boric en Chile, dado que el Partido Comunista Chileno es parte de su coalición.

    *La autora es consultora estratégica internacional que ha trabajado en temas de desarrollo, defensa y democracia con Inter-American Dialogue, Duco y Expediente Abierto. Como consultora, ha trabajado con líderes de organizaciones civiles y políticas nicaragüenses para abordar temas relacionados con reformas políticas y democráticas. Anteriormente, trabajó extensamente en temas de desarrollo en América Latina para Freedom House.

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