Por: Félix Maradiaga
La expansión de la presencia de China en América Latina va más allá de los intereses comerciales y tiene implicaciones estratégicas que deben ser analizadas con cuidado. Como mencioné en el ensayo “China’s Side Principle”1 de enero de 2006, la estrategia de expansión de China en la región tiene como principal eje de acción el cuestionamiento de la influencia histórica de Estados Unidos en el continente. En ese sentido, China ha establecido alianzas estratégicas con partidos y entidades políticas de izquierda en América Latina, forjando alianzas con socios como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Partido Comunista de Cuba. La estrategia china no se detiene ahí.
La Iniciativa de Seguridad Global (GSI, por sus siglas en inglés), introducida en 2022, arroja luz sobre las dimensiones estratégicas del nuevo enfoque chino hacia América Latina, que es más frontal y agresivo. Aunque la GSI emplea el lenguaje típico de la diplomacia, se puede leer entre líneas el creciente énfasis de China en las actividades del sector de defensa y seguridad. Como lo explica el profesor Evan Ellis en un reciente artículo publicado en The Diplomat bajo el título “Lo que la Iniciativa de Seguridad Global de China nos dice sobre su compromiso estratégico con América Latina” (What China’s Global Security Initiative Tells Us About Its Strategic Engagement with Latin America)2, la GSI no puede ser tomado a la ligera. En términos de política exterior y de seguridad China, se distingue de anteriores documentos de política de defensa por dedicar una sección específica a América Latina, con enfoque claro en cooperación militar.
Con paso tímido y dubitativo, los centros de poder en Estados Unidos finalmente parecen reconocer que la expansiva presencia de China en América Latina, de la mano de los regímenes y partidos políticos adversos a EE. UU., requiere una respuesta estratégica. La pasividad estadounidense bajo la lógica de una relación tensa pero respetuosa con China, no ha sido la mejor de las opciones. Pocos especialistas sobre China están dispuestos a aceptar la sinceridad del enunciado chino de política exterior llamado “Ascenso Pacífico al Poder”. El ascenso pacífico de China, a veces denominado “desarrollo pacífico de China”, fue una política oficial bajo el mandato del ex secretario general del Partido Comunista Chino, Hu Jintao, enfocado en dar garantías a Estados Unidos de que su creciente poder militar y económico no supondría una amenaza para la paz y la seguridad internacional.
Las declaraciones de la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos en ocasión de la Conferencia de Defensa Sudamericana “SOUTHDEC 2022” el año pasado, confirman públicamente el estado de alerta que finalmente se observa en las autoridades políticas y militares, con relación a la expansión de China en América Latina. En la referida conferencia, la General Richardson expresó de forma clara su preocupación por las actividades de China en América Latina. Además, destacó las amenazas y daños causados por ese país en la región, incluyendo aspectos medioambientales, de ciberseguridad, desestabilización política y apoyo a regímenes autoritarios, particularmente a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Estas tensiones subrayan la creciente necesidad de analizar cuidadosamente sus implicaciones y desafíos de la expansión China.
En el marco de su política de expansión en la región, China ha expresado explícitamente su apoyo a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la defensa de la paz y la seguridad regionales. Además, anuncia su intención de construir nuevas estructuras multilaterales de cooperación en materia de seguridad a través de la CELAC, excluyendo a Estados Unidos y Canadá. Como parte de esa estrategia, China pretende aprovechar el foro BRICS como plataforma para la cooperación en materia de seguridad en la región, especialmente a la luz de su compromiso con el recientemente restituido presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
China revela sus aspiraciones de participar en nuevos mecanismos de gobernanza global en ámbitos de seguridad tradicionales y no tradicionales más allá de Asia. Destaca el interés chino por influir en la seguridad global de los datos, la gobernanza de la seguridad internacional de tecnologías como la Inteligencia Artificial y otras áreas relevantes para la defensa.
En conclusión, si en nuestros análisis del 2006 y la década siguiente, las señales ya nos parecían claras y por ello advertimos del peligro de las alianzas de China con enemigos declarados de Estados Unidos como Cuba y grupos extremistas de izquierda, las nuevas evidencias son el preámbulo de una nueva guerra fría con un nuevo actor al otro lado del teatro bipolar.
1 Véase el documento en disponible aquí.
2 El artículo del profesor Ellis puede leerse en este enlace.