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    Disidentes ayer y hoy: la Comunidad LGBTIQ+ en la lucha por la democracia en Nicaragua

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    Escrito por Yáder Parajón

    Becario del Programa de becas para la democracia en Nicaragua.

    En Nicaragua, vivir en condiciones que vulneran la dignidad humana y buscan controlar el cuerpo, las opiniones y las expresiones, especialmente en contextos de persecución, exilio e incluso encarcelamiento, no ha logrado doblegar a un grupo históricamente marginado y erróneamente denominado “minoría”: la comunidad LGBTIQ+. A pesar de la represión impuesta por la dictadura de Ortega-Murillo, nos seguimos manteniendo firmes, visibilizando nuestra lucha y contribuyendo a los cambios sociales que el pueblo nicaragüense exige en cada protesta, piquete y espacio de participación política y social, tanto dentro como fuera del país. El rol de la comunidad LGBTIQ+ en la política nicaragüense ayer y hoy es innegable. 

    En Nicaragua, la falta de reconocimiento político hacia la comunidad LGBTIQ+ se debe, en parte, a la propia estructura del FSLN, que se beneficia de la religiosidad y de los intereses de los sectores conservadores. Yo mismo fui testigo de esta realidad mientras estuve encarcelado en El Chipote. En las entrevistas diarias, que no eran otra cosa que interrogaciones de los oficiales encargados de las torturas, me hacían referencias  a que “la Iglesia Católica jamás permitiría esas cosas”, dejando en evidencia la absurda creencia policial de que las personas LGBTIQ+ somos desviadas y antinaturales. Este pensamiento retrógrado recuerda al discurso del FSLN en los ochenta, que calificaba la moda y la homosexualidad como herencias inmorales del imperialismo. Aún hoy, la dictadura de Ortega-Murillo sigue empleando esos mismos mensajes, pero con una carga religiosa aún más marcada. 

    Lo cierto es que esta afirmación carece de fundamento, ya que incluso dentro del FSLN hubo figuras LGBTIQ+. Un ejemplo notable de la política del siglo pasado es Rigoberto López Pérez, ampliamente reconocido dentro de las filas del FSLN por su “hazaña heroica”: el asesinato de Anastasio Somoza García. Héroe para algunos, aunque no para todos, López Pérez ha sido históricamente invisibilizado respecto a su presunta identidad como hombre gay. Este aspecto ha sido deliberadamente silenciado por la dirigencia sandinista, evidenciando el machismo, la misoginia y la homofobia que caracterizan al FSLN como reflejo de la sociedad conservadora nicaragüense. 

    Sin necesidad de remontarnos a otras épocas, podemos hablar la figura de la “Comandante Dos”, Dora María Téllez. Revolucionaria, ex ministra de Salud y defensora de la democracia durante la lucha contra la dinastía Somoza, Téllez se ha convertido en una crítica frontal de la dictadura de Daniel Ortega y su séquito. Encarcelada y perseguida por este régimen opresivo, Dora María sufrió aislamiento y violencia, en parte debido a su orientación sexual. Pasó más de 19 meses en prisión de manera injusta. Durante la década de 1980, el FSLN nunca reconoció su identidad sexual. Sin embargo, en el contexto de la actual dictadura, su orientación se transformó en motivo de exclusión, discriminación y malos tratos. En prisión, fue confinada en una celda aislada, con visitas familiares severamente restringidas, y se le negó el derecho a recibir visitas de su pareja, a pesar de que ambas se encontraban detenidas en el mismo centro de reclusión ilegal. 

    En abril de 2018, Nicaragua expresó un profundo malestar a través de protestas que inicialmente surgieron de manera desorganizada y demandaron democracia. Durante esas semanas, también jóvenes gay, lesbianas, bisexuales, transgénero y personas queer se destacaron en cada iniciativa, defendiendo no solo los derechos humanos, sino también la libertad y autonomía de sus cuerpos disidentes. 

    Los disidentes sexuales de manera autoconvocada, fueron movidos por la empatía, solidaridad, y nacionalismo, pero no llegaron a la fecha espontáneamente. Había todo un historial de compromiso. En conversaciones que tuve con algunas activistas LGBTIQ+ me comentaban que en Nicaragua siempre ha habido limitada apertura política para ellos. Un ejemplo es “el Chique” de Río San Juan, un joven líder rural que, a los 20 años, se afilió a un partido político de derecha para postularse como concejal municipal, motivado por el respaldo de su comunidad campesina y su activismo en el Movimiento Campesino. Aunque se presentó como candidato en El Castillo, afirmó que “le robaron los votos”. Además, denunció violencia estructural y discriminación por su orientación sexual. A pesar de ser blanco de ataques por enfrentarse a las autoridades sandinistas, obtuvo el apoyo de su comunidad. En 2018, comenzó a vincularse con el partido UNAMOS. Actualmente, vive en el exilio, donde combina el activismo político con su trabajo en la construcción (Acevedo, comunicación personal, mayo 2024). 

    Con esto quiero subrayar que quienes somos parte del colectivo diverso sexualmente nunca hemos sido espectadores ante las problemáticas coyunturales de nuestro país. Al contrario, hemos sido en muchos casos prestos defensores y promotores de los derechos humanos, de la misma democracia y la soberanía del país.  

    La comunidad LGBTIQ+ ha estado presente en todos los procesos políticos que ansían libertad, justicia y democracia, de la historia contemporánea y pasada en Nicaragua. Las personas que integramos este colectivo hemos participado directamente en cada hito histórico. Sin embargo, infelizmente hemos sido relegados o instrumentalizados como una fuerza de acción, fuerza de tarea que se presenta en la vanguardia de la coyuntura nacional. Por tanto, se han postergado toda acción de reivindicación en temas de derechos, así como las iniciativas dentro de procesos organizativos de carácter social y ambiental. 

    Lo principal es mostrar que hicimos y que estuvimos. Las personas LGBTIQ+ formamos parte importante del tejido social de nicaragüense. Es así que siempre estuvimos presentes desde la lucha anti-somocista, hasta el momento cero del estallido anti-Ortega, exponiendo nuestros cuerpos disidentes, vidas y la libertad. Continuamos estando hoy, y estaremos mañana.  

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