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    China y la diplomacia entre pueblos: seduciendo al Sur Global

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    César Eduardo Santos/Expediente Abierto

    El 12 de noviembre se llevó a cabo en Sao Paulo “el primer Foro de Medios de Comunicación y Think Tanks del Sur Global”, el cual tuvo como anfitrión al presidente brasileño Lula da Silva, acompañado por su contraparte chino, Xi Jinping. Este evento fue organizado conjuntamente por la Oficina de Información del Consejo de Estado de China, la Agencia de Noticias Xinhua y la Empresa Brasileña de Comunicación. De acuerdo con reportes, el foro habría reunido a 350 representantes de 170 medios de comunicación, think tanks, organismos gubernamentales y empresas de más de 70 países.

    El evento ocurrió, además, en la antesala de la cumbre del G20, que se realizará próximamente en territorio brasileño. Si bien podría parecer un hecho aislado con motivo de la reunión del Grupo de los 20, este foro hace parte de una estrategia impulsada recientemente por China y sus socios globales. Previo a la reunión de los BRICS en Kazán, por ejemplo, se llevó a cabo en Pekín el Foro de Think Tanks del Sur Global, organizado por el medio estatal CGTN. Del mismo modo, Moscú albergó, en septiembre pasado, la Cumbre de Medios de los BRICS, facilitada por la Rosscongress Foundation, organización que sirve de vínculo entre el Estado y la sociedad civil dentro y fuera de Rusia.

    En realidad, esta clase de acercamientos con los medios de comunicación, los think tanks, la academia y el sector empresarial, forma parte de un elemento imprescindible de la política exterior china. Los así llamados intercambios entre pueblos – people-to-people exchange – son, desde tiempos de Mao, una forma de aumentar la presencia internacional de Pekín y mejorar su estatus entre la opinión pública global. Por eso, no hace mucho sentido que el evento de Sao Paulo sea denominado como el primer foro de este tipo.

    ¿Intercambio entre pueblos?

    En Asia y África, por ejemplo, la República Popular China ha llevado a cabo diversas cumbres, orientadas a reunir actores relevantes de la sociedad civil local y acercarles con la agenda del Partido Comunista. Para estos mismos fines han servido otros eventos organizados en territorio chino, donde cientos de periodistas extranjeros arriban invitados por los medios estatales de Pekín. América Latina ya ha albergado intercambios de esta clase, gracias al Foro China-CELAC y sus subforos. Entre ellos, contamos al Foro de Think Tanks de China y América Latina-Caribe, la Cumbre Empresarial o el Foro de Amistad entre Sociedades Civiles.

    A primera vista, no resulta problemático que China establezca intercambios con diversos grupos de la sociedad civil latinoamericana y, en general, del Sur Global. Incluso, si se tratase de un instrumento de poder blando para mejorar la imagen del gigante asiático alrededor del mundo, podríamos comparar el caso con las instituciones y órganos internacionales que los países europeos despliegan, con financiamiento estatal, para estos mismos fines: la Alianza Francesa o el Goethe-Institut de la cultura alemana, por mencionar algunos.

    Sin embargo –y a diferencia de China – en los países occidentales sí existen formas de cooperación internacional entre sociedades civiles independientes, apartadas de la tutela gubernamental. Son notables en este sentido organizaciones de voluntariado como los Cuerpos de Paz norteamericanos, el Voluntary Service Overseas, Oxfam en Reino Unido o la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional. Estas entidades han logrado poner en contacto mutuo a miembros de la sociedad civil global, sin necesidad de perseguir, para ello, objetivos prefigurados desde el Estado.

    Como expresó John Kerry, exsecretario de Estado de los Estados Unidos, “para EE. UU. el intercambio entre pueblos es simplemente eso. Es de pueblo a pueblo, no de gobierno a gobierno o con el gobierno en el camino”. Incluso asumiendo que China, por medio de sus cumbres, facilita estos intercambios entre sectores binacionales de la sociedad civil, estaríamos errados. ¿Cómo los periodistas chinos, asediados por leyes de seguridad nacional, podrían establecer diálogos críticos y plurales con sus contrapartes latinoamericanas? ¿De qué forma los empresarios, constreñidos por la presencia de miembros del Partido Comunista en sus corporaciones, promoverían sus propios intereses y no así los de Estado?

    Más bien, China lleva a cabo un “adoctrinamiento unidireccional”, como Zhuang Liwei lo denomina con bastante precisión. Los organizadores de estas cumbres son nada menos que los brazos operativos del Partido Comunista Chino, en colaboración con los aparatos de propaganda del Gobierno de Xi Jinping – People´s Daily, CGTN, Xinhua, entre otros – y sus socios globales. Lo que se promueve ahí no son diálogos abiertos ni experiencias autónomas entre grupos y sectores variados, sino una visión idílica sobre la cultura china – ciertamente impresionante – y, más aún, del modelo de partido único como alternativa para el desarrollo.

    Así, por ejemplo, el Foro de Think Tanks realizado hace poco en Pekín fue facilitado por el Departamento Internacional del PCCh, un notable agente de influencia autoritaria alrededor del globo, el cual se encarga de capturar a partidos políticos, funcionarios y juventudes de varios países. El evento llevado a cabo en Sao Paulo, por su parte, fue posible gracias a la Oficina de Información del Consejo de Estado de China que, en sus propios términos, es “el máximo órgano ejecutivo del poder del Estado”. Para el Gobierno chino, los intercambios entre pueblos no son más que una oportunidad para integrar nuevos actores en su red trasnacional de influencia.

    El rol del Sur Global

    Pese a no tratar directamente sobre los intereses de China, el Foro de Medios de Comunicación y Think Tanks del Sur Global desarrollado en Sao Paulo, fue un espacio útil a las narrativas de la RPC y, más ampliamente, de los BRICS. Ponentes como Hu Heping, responsable de la comunicación del Partido Comunista Chino, abogaron por “desarrollar la estabilidad de un mundo multipolar”. Mientras tanto, un informe presentado por Xinhua, expuso “las experiencias de los países del Sur Global bajo la explotación colonial occidental, sus luchas por la independencia y sus esfuerzos actuales para el logro del desarrollo”.

    Las potencias iliberales han recurrido a conceptos como “Sur Global” y “mundo multipolar” para expresar no tanto una realidad geopolítica, sino una suerte de ideología que se opone a la universalidad de la democracia y los derechos humanos. A líderes como Xi y Putin, los discursos sobre la multipolaridad del sistema-mundo les han sido útiles para defender formas alternativas de democracia – sin Estado de derecho ni contrapesos – y, además, promover una arquitectura global distinta de la del mundo basado en reglas. Para muestra, el discurso de Putin en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007, donde anunciaba el reemplazo de Occidente por la emergencia del mundo multipolar.

    Que el foro de think tanks y medios, promovidopor China y albergado por Brasil, ocurra aquí y ahora,tiene sentido.Sin dudarlo, Lula y Xi representan dos de las figuras eminentes dentro de los BRICS. En la antesala de un desgastado G20, los discursos sobre el ascenso del Sur Global resuenan en los países con aspiraciones de mayor protagonismo internacional – pensemos en Turquía o Indonesia, miembros de los 20 y también socios de los BRICS ampliados. Pese a sus diferencias intragrupo, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, coinciden en que los organismos multilaterales deben reformarse, y que los contrapesos más visibles al orden liberal internacional son, hasta ahora, ellos mismos.

    Este artículo fue originalmente publicado en inglés por The Diplomat

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