Por Expediente Público
El Salvador estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China en agosto de 2018 y en menos de un mes ya había invitado al primer grupo de 15 periodistas a visitar ese país.
Era un grupo variopinto de periodistas que incluyó tres periódicos nacionales, cuatro televisoras, dos emisoras privadas, representantes de varios medios estatales, el presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador y un equipo de prensa del Gobierno de El Salvador que documentaba cada paso de la visita y hacía tomas frecuentes de los comunicadores.
Expediente Público entrevistó, bajo condición de anonimato, a tres diferentes periodistas que estuvieron en esa gira.
Viaje todo incluido
La embajada china en San Salvador pagó el boleto aéreo, el hotel, la alimentación, el transporte y las entradas a todos los centros turísticos.
Era una agenda controlada casi con cronómetro que repetía en cada reunión con funcionarios chinos el mensaje de “una sola China” y buscaban denostar la relación histórica de El Salvador con Taiwán.
“Era una agenda diseñada para repetirnos el concepto de una sola China y que la China tenía mejor cooperación que Taiwán”, relató un periodista que estuvo dentro de la gira.
La agenda incluyó reuniones en la Cancillería y funcionarios comerciales de todos los niveles, así como ejecutivos portuarios.
Pero no todo fue trabajo. La agenda estaba cargada de actividades culturales, visitas a sitios turísticos como la Gran Muralla China, la plaza de Tiananmen y museos en Beijing, Hangzhou y Shanghai.
Vigilados todo el tiempo
Los periodistas relatan cómo estuvieron bajo control de funcionarios chinos todo el tiempo. Durante la visita hubo varios incidentes que causaron tensión entre los periodistas y los “guías” que hablaban español.
Primero hubo un caso de un periodista que había estado antes en Beijing en un viaje privado y quería visitar una zona artística diferente porque lo que estaba en agenda ya lo había conocido.
Hubo una gran discusión para poder escaparse del grupo y cuando llegó a la zona artística descubrió que estaba vigilado por dos personas de seguridad todo el tiempo.
En otro caso, dos periodistas querían reunirse con una colega latinoamericana que vive en Beijing y quien pretendía invitarlos a comer en un restaurante popular. Eso causó la molestia de los guías que lo prohibieron porque era “un asunto de seguridad”.
Funcionarios molestos
Aunque los periodistas no tuvieron restricciones sobre qué temas hablar, sí hubo visible molestia de los funcionarios chinos ante preguntas incómodas.
“Se les notaba en la cara, en los gestos, estaban visiblemente molestos”, relató a Expediente Público una periodista.
“Yo les pregunté por qué no aceptaban a Taiwán como nación si el discurso de la isla ya no era de proclamarse como la verdadera China y si ya habían pasado tantos años funcionando de manera independiente. ¡La cara que pusieron!”, agregó la periodista.
Otro momento de crisis fue cuando los periodistas fueron llevados a la plaza de Tiananmen, escenario de las protestas pro democracia en 1989 que fueron aplastadas brutalmente por el Ejército Popular chino, hasta con tanques.
“El guía se puso nervioso cuando le preguntaba insistentemente sobre la escena del manifestante enfrentando el tanque y los guías no sabían cómo responder”, relató un periodista.
Internet limitado
Fue una odisea para los periodistas poder conectarse a Internet. La inmensa mayoría de los sitios occidentales estaban bloqueados, censurados, era imposible utilizar aplicaciones de mensajería como WhatsApp, Signal o Telegram. Incluso la aplicación japonesa Line está bloqueada.
“Hubo casos que no podíamos ver ni los sitios web de nuestros medios”, dijo una periodista.
Algunos periodistas tuvieron que adquirir VPN, una conexión que permite saltarse los bloqueos. Otros se vieron obligados a bajar aplicaciones chinas como We-Chat.
“Los guías no podían darnos una explicación convincente de por qué esos bloqueos”, comentó un periodista.
Hasta el año 2017, WhatsApp sí podía utilizarse en China pero luego el régimen comunista impuso restricciones sobre lo que se comparte en Internet e implementó lo que llamó el “Gran Cortafuegos” o “Proyecto Escudo Dorado”, un mecanismo de ciberseguridad e iniciativa que supone la censura y vigilancia de Internet a cargo del Ministerio de Seguridad Pública de la República Popular China.
Un largo viaje
Otro hecho significativo fue a que a pesar de que la mayoría de periodistas del grupo tenían visa para ingresar a Estados Unidos y viajar a través de ese país a China, la embajada del gigante asiático les compró boletos con un itinerario larguísimo.
El viaje fue de San Salvador a Panamá, ahí tomaban un vuelo de 11 horas a Ámsterdam en los Países Bajos, donde después de una escala de varias horas, abordaban otro largo vuelo de más de 10 horas a Beijing.
“Fueron más de 24 horas de viaje, sin pasar por Estados Unidos, en clase económica”, explicó una periodista.
Tours de periodistas
En los primeros tres años de relaciones diplomáticas entre China y El Salvador, cerca de un centenar de periodistas salvadoreños fueron invitados a la República Popular China, en tres diferentes grupos, según tuits publicados por la embajada de ese país en San Salvador.
Aunque no hay una cifra del número de invitaciones a periodistas entre 2021 y 2023, los grupos han seguido yendo a Beijing, más o menos con agendas similares.
Periodistas de medios escritos, radiales, televisivos y digitales, especialmente cercanos al gobierno salvadoreño suelen ir incluidos en esos tours.
Una conducta habitual
El académico estadounidense especializado en temas chinos, Dr. Evan Ellis, explica a Expediente Público que la República Popular China invierte grandes cantidades de recursos en invitaciones a periodistas y publicidad en medios de comunicación.
“Es muy común en países con menos recursos que haya programas de invitación de la República Popular China a periodistas extranjeros para programas de estudios que son también viajes de turismo”, explicó Ellis, un académico del War College del Ejército de los Estados Unidos especializado en la relación entre China y América Latina.
“Si no comprometen a los periodistas, los hacen sentir que quieran darles cobertura equitativa a los chinos, de pensar dos veces de escribir algo muy crítico por no querer ser ingrato por la confianza y los beneficios recibidos en ese viaje a China”, explica Ellis.
En el contenido de los cursos académicos para periodistas tampoco enseñan los métodos periodísticos como los conocemos en occidente.
“Los programas chinos enseñan habilidades técnicas, no se enfocan en periodismo investigativo real, el cuestionamiento de autoridades o datos, eso no es como se entiende el periodismo en China y no lo enseñan”, señala Ellis.
Además, China invierte en publicidad en medios de comunicación a través de suplementos en periódicos y programas especiales en radio y televisión. Incluso suele producir suplementos en periódicos.
“No solo es con los periodistas, sino también la compra de espacios de publicidad en medios de la región, esta compra de publicidad causa que un medio piense dos veces antes de escribir algo demasiado crítico porque no quiere poner en riesgo una compra regular de publicidad que puede impactar sus ganancias”, advierte Ellis.
Acuerdos de colaboración mediática
Otra forma de influencia china en los países que establecen relaciones diplomáticas, es la suscripción de acuerdos de colaboración entre medios chinos y medios locales.
“Se nota que hacen este tipo de cosas con todos los países con relaciones, acuerdos de colaboración mediáticos son de los primeros que hacen cuando abren acuerdos de compartir contenido, imágenes o audios”, explica el Dr. Ellis, quien señala como ejemplo, que en Honduras se acaba de firmar un acuerdo de esos.
“Son imágenes de (la televisora estatal china) CGTN que solo muestran imágenes positivas de China y de Xi Jinping y su liderazgo, sin mostrar imágenes negativas que muestran polución, desórdenes o protestas que se encuentran periodistas normales cuando hacen investigaciones independientes”, puntualiza Ellis.
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