Por Javier Meléndez / Expediente Abierto
El 21 de agosto, el parlamento del Sistema de la Integración Centroamericana (PARLACEN), que incluye a seis países de Centroamérica, votó para revocar el estatus de observador permanente de Taiwán y admitir a China como observador en su lugar. China elogió la decisión como prueba de que “el principio de una sola China representa la tendencia imparable de los tiempos y cuenta con el apoyo abrumador del pueblo”.
Como lo han hecho en los últimos años, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que “China está lista para desarrollar una cooperación amistosa con el Parlamento Centroamericano sobre la base del principio de una sola China”. Esta situación es parte de una tendencia a largo plazo que ha seguido China en Centroamérica.
En los últimos años, la presencia de China se ha acelerado notablemente en Centroamérica, y solo Guatemala y Belice aún mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. La estrategia actual y el patrón de comportamiento de la República Popular China en Centroamérica 1) promete grandes cantidades de proyectos de infraestructura; 2) promueve acuerdos comerciales, provocando grandes déficits en el largo plazo; y 3) perpetúa una importante coordinación de actividades y alianzas entre los medios estatales chinos y los medios centroamericanos para desinformar y ganarse la confianza del público en sus proyectos autocráticos.
¿Por qué las elites políticas centroamericanas se desplazan hacia la República Popular China?
Al observar las declaraciones hechas por los líderes centroamericanos al momento de establecer relaciones con China, queda claro que hay ciertas narrativas que han sido difundidas agresivamente a través de los medios. Es común, por ejemplo, que las élites políticas locales aseguren a la población que una relación con China intensificará notablemente las relaciones comerciales beneficiosas para su país. Por ejemplo, en el marco de la visita de 30 periodistas en mayo de 2023 a China, el medio hondureño La Tribuna publicó que “China está lista para utilizar su chequera de 137 mil millones de dólares dispuesta a comprar productos hondureños”. Sin embargo, la evidencia nos muestra una realidad comercial diferente en esta región.
En 2007, cuando Costa Rica tomó la decisión de romper relaciones diplomáticas con Taiwán y establecerlas con China, la balanza comercial del país centroamericano con China fue positiva en unos 100 millones de dólares. En 2022, Costa Rica sufrió un déficit comercial con China de unos 3.000 millones de dólares (2.835 millones de dólares). Por esa razón, en 2021, durante una visita a Washington, DC, Christian Guillermet, viceministro de Asuntos Multilaterales durante el gobierno de Carlos Alvarado, dijo que “contrario a lo que esperábamos, nuestra relación con China no ha sido exitosa comercialmente. “
Las exportaciones chinas a El Salvador en 2022 fueron de sólo 49,6 millones de dólares, mientras que las exportaciones a Estados Unidos fueron de 1.600 millones de dólares. De hecho, las exportaciones en 2022 de Centroamérica a China superaron los 1.700 millones de dólares y el déficit comercial de la región durante el mismo año fue de casi 14.000 millones de dólares.
Además, en El Salvador, la narrativa china había sido muy consistente, anunciando cientos de millones de dólares estadounidenses en dinero de cooperación no reembolsable. En mayo de 2021, el exembajador Ou Jianhong tuiteó que el pueblo de El Salvador era el “mayor receptor de la asistencia no reembolsable de China” y en un claro mensaje de apoyo al presidente Nayib Bukele en sus desacuerdos con Estados Unidos y decisiones autocráticas, Dijo que “China nunca en el pasado ha utilizado ni utilizará en el futuro la ayuda extranjera para interferir en los asuntos internos de otros países, y mucho menos para su propio beneficio”.
Nicaragua y Honduras son los países con los que China ha iniciado relaciones diplomáticas más recientemente, y los funcionarios chinos parecen sentirse más cómodos. Líderes autoritarios con un fuerte discurso antiestadounidense explican por qué China firmó docenas de acuerdos en muchos sectores durante un período de dos años.
La relación de China con Nicaragua y Honduras puede verse como el ejemplo más claro de los objetivos chinos en Centroamérica, que son los siguientes:
- Reforzar el aislamiento de Taiwán.
- Mantener la influencia y el control sobre las élites locales que están dispuestas a replicar la narrativa antioccidental de China.
- Fortalecer la capacidad de estos regímenes antiliberales para aplastar la disidencia y controlar la prensa libre.
Además, los regímenes autoritarios de Daniel Ortega, Xiomara Castro y Nayib Bukele utilizan su relación con China para propagar masiva propaganda de bienestar social y económico, con el fin de desviar la atención ciudadana de sus decisiones autoritarias.
Un modelo diplomático de relaciones con China comunista clientelista y opaco
Estos líderes autocráticos también gestionan las relaciones con China a través de sus redes familiares. Los acuerdos bilaterales que están alcanzando con la República Popular China se manejan fuera del Ministerio de Relaciones Exteriores y de paso violan las reglas de rendición de cuentas establecidas en su legislación nacional.
Los actores clave en estas relaciones diplomáticas son Laureano Ortega, hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo y Karim Bukele en El Salvador, uno de los hermanos del presidente. En Honduras, las delegaciones que han viajado a China han contado al menos con la presencia de la hija y el hijo de Xiomara Castro. Hortencia Zelaya Castro, también congresista, ha sido designada por Xiomara Castro para supervisar las relaciones con el Partido Comunista Chino. La norma es que las familias de estos líderes autocráticos en Centroamérica hagan acuerdos sin necesidad de hacerlos públicos y rendir cuentas.
Entre diciembre de 2021 y marzo de 2023, Nicaragua y Honduras firmaron casi 40 acuerdos en temas como vivienda, transporte, comercio y telecomunicaciones. Por ejemplo, Expediente Público publicó varias piezas periodísticas sobre acuerdos entre la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones (Hondutel) y la empresa china Huawei que incluye una cláusula de confidencialidad para obligar a la estatal a gestionar en secreto esta nueva relación.
Una opacidad similar caracteriza los proyectos de infraestructura que China promete en Centroamérica. De nueve proyectos en marcha, cinco son “donaciones” y se desconocen los términos o condiciones de los cuatro préstamos. Además, en al menos 6 de los 9 proyectos, la sociedad civil y las comunidades locales han denunciado corrupción y graves defectos de infraestructura.
La República Popular China es un socio importante en el fortalecimiento de los regímenes autocráticos en Centroamérica
La presencia china debería preocuparnos porque va a exacerbar los abusos de poder, la corrupción y las redes clientelistas. También tendremos un aumento notable de la retórica antioccidental, a través de las elites locales y los medios de comunicación progubernamentales, lo que exacerbará los beneficios del modelo chino y desacreditará los valores de las democracias liberales.
En este sentido, el papel de los medios estatales chinos Xinhua News Agency y China Global Television Network ya es vital. A través de una política masiva de viajes y becas a China para periodistas, la firma de acuerdos y capacitación en el terreno, los medios estatales chinos y el Partido Comunista están transfiriendo prácticas y experiencias de propaganda, desinformación y espionaje contra periodistas independientes.
La evidencia muestra que la presencia y el impacto de China dependen de los mecanismos y prácticas de rendición de cuentas en los países socios. En países con instituciones fuertes e independientes y donde prevalecen la rendición de cuentas, los derechos humanos y una prensa independiente, una presencia china podría ser beneficiosa.
Sin embargo, en los países donde la norma es que los regímenes oculten información, no rindan cuentas y aplasten las libertades públicas, las consecuencias serán concretas: China utilizará estos países para aumentar su presencia depredadora, contribuirá a fortalecer los regímenes iliberales y alentar la narrativa de conflictividad de estos países contra Estados Unidos y Occidente.
Con esto en mente, también debemos prestar atención al próximo nuevo presidente de Guatemala y a cómo evolucionarán las relaciones con Taiwán. Un asesor muy cercano al candidato Bernardo Arévalo me dijo en conversación privada: “Lo que sé con certeza es que no será el mismo tipo de presidente que Portillo, quien recibió pagos personales de los taiwaneses a cambio de su apoyo. Como ustedes saben, también existe la necesidad de abrir mercados para el país y en ese sentido creo que van a ser más prácticos y analizarán lo que es mejor para el país”.