Costa Rica fue el primer país de Centroamérica en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China (RPC). Desde entonces, diplomáticos chinos, medios de comunicación y algunos funcionarios costarricenses han anunciado la impronta china como una oportunidad única para el desarrollo de la nación centroamericana.

En el informe desarrollado a continuación pretendemos mostrar los principales elementos que, a nuestro juicio, dan cuenta de una relación eminentemente asimétrica entre ambas naciones. Entre dichos elementos no solamente destaca el desigual intercambio comercial que ha llevado a Costa Rica hacia un déficit de casi el 90% en el comercio bilateral con la República Popular China.

También relucen otros aspectos relacionados con las prácticas depredadoras de algunas empresas chinas que desarrollan proyectos de infraestructura en Costa Rica, quienes incurren con frecuencia en malas prácticas e infringen legislaciones de carácter nacional e internacional. Ejemplos claros de ello son el proyecto fallido de la Refinería Soresco en el caribe costarricense, así como las interminables obras para ampliar la autopista Ruta 32 en la misma región.

Hacemos notar, asimismo, que, a pesar de la retórica oficial del gobierno chino, los acuerdos bilaterales firmados entre Costa Rica y la RPC no implican beneficios substanciales ni concretos para el país centroamericano. Por el contrario, consisten, en el mejor de los casos, en promesas de cooperación a largo plazo que rara vez llegan a materializarse.

Pese a todo, sostenemos que Costa Rica ha logrado asumir una posición pragmática respaldada por una institucionalidad democrática fuerte, manteniendo en buen estado las relaciones bilaterales con países occidentales como Estados Unidos y preservando un discurso que no ha cedido ante las pretensiones autoritarias de agentes globales como China.