Agradecemos a Foreign Affairs Latinoamérica por autorizar la reproducción de este artículo, disponible en https://revistafal.com/frenar-la-iniciativa-de-la-franja-y-la-ruta-no-bastara-al-menos-en-centroamerica/
Durante su gira por Centroamérica, uno de los temas que ocupó la agenda del Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, fue el de la creciente influencia de China en la región. Mientras que en Costa Rica Rubio discutió asuntos como la gestión de la red nacional 5G —de la cual han sido excluidas empresas chinas como Huawei, por decreto del presidente Rodrigo Chaves— en Panamá, el foco del debate se centró en las preocupaciones sobre el control efectivo del canal transoceánico, cuyos puertos son operados por la empresa hongkonesa Hutchison Ports PPC.
Tras esta visita, el presidente panameño José Raúl Mulino anunció que su país abandonaría formalmente la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, de la cual formaba parte desde 2017. Entre la opinión pública hemisférica, sobre todo entre analistas locales y medios de comunicación, tal decisión fue percibida no solo como un triunfo para el gobierno de Donald Trump, sino también como un paso hacia la desescalada de riesgos con China.
Incluso en un foro que comparto con especialistas latinoamericanos, un directivo de una importante fundación expresó al respecto: “Con todas las criticas necesarias contra Trump, algunas cosas parecen funcionar”. Y, si bien la salida de Panamá de la Iniciativa de la Franja y la Ruta es un importante gesto de alineamiento con la política exterior estadounidense, las consecuencias fácticas de esta decisión deben evaluarse con cuidado.
Más allá de la Franja y la Ruta
En Centroamérica, la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha tenido un impacto limitado por dos razones fundamentales: la promoción de escasos proyectos bajo su impronta —de los cuales pocos se han llevado a efecto— y el desarrollo de infraestructura por parte de entidades chinas sin la necesidad de acuerdos en el marco de esta iniciativa. No en vano, el expresidente costarricense Luis Guillermo Solís reconoció en una entrevista reciente para Expediente Público que la Iniciativa de la Franja y la Ruta no ha representado beneficios reales para su país. Estas declaraciones rememoran a las de Mulino tras anunciar el abandono panameño del acuerdo: “Me someto al escrutinio de ustedes, ¿qué ha traído la Iniciativa de la Franja y la Ruta para Panamá?”
A pesar de que Panamá fue el primer país de Latinoamérica en sumarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, mediante un memorando de entendimiento firmado en 2017 por el expresidente Juan Carlos Varela y el gobierno de Xi Jinping, el único resultado de este acuerdo han sido los estudios de factibilidad del ferrocarril Panamá-Chiriquí, un proyecto anunciado ya hace casi 10 años que prometía una inversión de 99 millones de yuanes.
Además, la influencia de China en los sectores de comercio, inversión e intercambios políticos con Centroamérica es notoria desde 2007, cuando el gobierno chino arrebató Costa Rica a Taiwán como uno de sus principales socios diplomáticos. A partir de entonces, el gigante asiático ha desplegado en la región varios proyectos de infraestructura ajenos a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, aunque bajo su misma lógica: centralidad de las empresas estatales, financiamiento por bancos chinos de inversión y tendencia a ampliar su influencia mundial.
Abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta puede ser un primer paso y un gesto simbólico de alineamiento con los Estados Unidos, pero también una estrategia potencialmente infructuosa dado el limitado impacto ha tenido en regiones como Centroamérica.
Por ejemplo, el Estadio Nacional de San José —construido por la estatal china Anhui Foreign Economic Construction (AFEC)— fue otorgado por el gobierno de Hu Jintao a Costa Rica tras la ruptura de vínculos diplomáticos con Taiwán —bajo la forma de cooperación no rembolsable— e inaugurado apenas se concretó el Tratado de Libre Comercio entre China y Costa Rica en 2010. Otros casos de desarrollo de infraestructura en Centroamérica antes del lanzamiento oficial de la Iniciativa de la Franja y la Ruta incluyen a la refinería de la Sociedad Reconstructora Chino-Costarricense (Soresco), impulsada desde 2008 con ayuda de la paraestatal China National Petroleum Corporation International (CNPCI). Si bien este proyecto fue cancelado tras una larga disputa en tribunales internacionales, ilustra la capacidad y el deseo chino por desarrollar obras clave en Centroamérica desde hace casi 2 décadas.
Por otro lado, la Cumbre Empresarial China-América Latina y el Caribe se ha convertido, desde su concepción en 2007, en un importante espacio para promover la acción de las empresas estatales chinas en Latinoamérica y alinear a élites locales de los ámbitos comercial y empresarial con la agenda de China, al margen de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Así, durante la celebración XVII de esta Cumbre, albergada en Managua, Daniel Ortega alcanzó varios acuerdos con empresas chinas para la construcción de un puerto de aguas profundas en el Caribe nicaragüense, así como para el desarrollo de otros proyectos de infraestructura energética y comercial.
Las ideas importan
El profesor Yong Deng afirma en China’s Strategic Opportunity (2022) que, más allá de ampliar intercambios comerciales con el Sur global, abrir mercados para la sobrecapacidad productiva de la industria china y conseguir acceso a infraestructuras y recursos estratégicos, la Iniciativa de la Franja y la Ruta alberga un componente normativo. Es evidente que, por medio de este acuerdo, China ha logrado promover exitosamente su modelo económico y político de partido único como una alternativa de desarrollo en regiones como África, Asia Oriental y Latinoamérica. En Centroamérica, no obstante, la proliferación de discursos semejantes ha ocurrido mediante espacios no precisamente relacionados con la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Los “intercambios entre partidos”, así denominados en la propia política exterior de China, constituyen un importante ámbito de influencia autoritaria en el plano de las ideas. Esta práctica se ha vuelto transversal a los países centroamericanos, cuyos partidos políticos más importantes se han alineado en alguna medida con los discursos del Departamento Internacional del Partido Comunista de China (PCCh), órgano encargado de establecer contactos periódicos con agrupaciones políticas extranjeras de todas las orientaciones y estatus.
Por medio de la proliferación de narrativas afines con el modelo chino, el gigante asiático no solo ha logrado impulsar agendas concretas como la inversión extranjera de sus empresas estatales, sino también visiones sobre el orden político nacional e internacional que debilitan la opinión pública favorable a las democracias liberales.
En sus contactos con el PCCh y otros órganos oficiales chinos, miembros eminentes de partidos políticos gobernantes y no gobernantes en Centroamérica han replicado ideas como que “China en poco más de 70 años ha logrado superar la pobreza. Tenemos mucho que aprender de China”, según expresó para CGTN el Exsecretario General del Partido Revolucionario Democrático panameño (PRD), Pedro Miguel González.
En Costa Rica, el diputado del Partido Liberación Nacional (PLN), Luis Fernando Mendoza, ha reconocido el éxito del modelo chino para “sacar de la pobreza con políticas muy específicas a su población, sobre las cuales quisiéramos conocer un poco más, para ver si es posible establecerlas acá en nuestro país”. Por su parte, Manuel Flores, líder del izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador, ha referido para la prensa estatal china que “debido al control oportuno y efectivo de la epidemia, China ha demostrado al mundo la gran vitalidad de su sistema y de su sistema de gobernanza nacional con acciones prácticas”.
Ampliar la perspectiva
Es notable que, en Centroamérica, los objetivos económicos y políticos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta han podido avanzar por medios ajenos a ella misma. En este sentido, debe reconocerse la capacidad de influencia china por medio de mecanismos más complejos y poco visibles ante los ojos de la opinión pública y los tomadores de decisión. Elementos de la diplomacia china como las cumbres empresariales con Latinoamérica y los intercambios con partidos políticos regionales han demostrado ejercer un papel importante en la penetración de las agendas y discursos de China en los países de Centroamérica.
Contrarrestar este fenómeno requiere de estrategias bien diseñadas y suficientemente robustas como para informar a públicos amplios y sectores clave de las operaciones que China lleva a cabo en sus países, muchas veces a las espaldas de todos. Estados Unidos debe activar mecanismos de compromiso con sus aliados regionales, tanto en la política como en la sociedad civil, para desmotar las perspectivas utópicas sobre China y su modelo de gobernanza, fortaleciendo al mismo tiempo las instituciones democráticas locales.
Abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta puede ser un primer paso y un gesto simbólico de alineamiento con los Estados Unidos, pero también una estrategia potencialmente infructuosa dado el limitado impacto ha tenido en regiones como Centroamérica. Dalibor Rohac ya lo ha observado, al analizar la salida de Italia de esta iniciativa en 2023, afirmando que de poco sirve tal decisión si los lazos diplomáticos y comerciales con Beijing siguen estrechándose.
Asimismo, las potencias occidentales deberían impulsar iniciativas —algunas ya existentes, como el Global Gateway europeo— que disputen la hegemonía de la inversión china en la región —sea mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta, cooperación no rembolsable u otros mecanismos— asegurando alternativas de desarrollo para las sociedades del Sur global que se encuentren exentas de la influencia autoritaria y los riesgos económicos y geopolíticos chinos.
En este sentido, acciones como el congelamiento de la asistencia global de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) resultarán contraproducentes, al obligar a los otrora países beneficiados a buscar nuevos fondos, cualquiera que sea su procedencia. Como sentencia un documento recientemente publicado por el Comité Selecto sobre el PCCh del Congreso estadounidense: “Cuando el Partido Comunista de China está invirtiendo agresivamente en el extranjero, desviando las cadenas de suministro y comprando favores autoritarios mediante la captura de élites, Estados Unidos debe redoblar el trabajo de USAID, no sofocarlo”.