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    Las promesas rotas de China en Centroamérica y la diplomacia de las vacunas

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    Por Expediente Público

    Costa Rica fue el primer país centroamericano en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China en 2007, en una época en la que todo el istmo reconocía unánimemente a Taiwán.   

    En octubre de 2007, el entonces presidente costarricense, Óscar Arias, visitó Pekín y fue recibido por su homólogo chino, Hu Jintao.

    De esa visita salió la promesa china de construir un nuevo Estadio Nacional de Fútbol, una refinería petrolera y una carretera hacia Puerto Limón, en el caribe costarricense. También promesas de inversiones en hidroeléctricas y un boom de turismo chino.  

    Salvo el Estadio Nacional, bautizado como “La Joya de La Sabana”, una moderna edificación de 34.122 metros cuadrados de área total de construcción y 34.762 asientos, que tuvo un costo de $111 millones, el resto de promesas del gigante asiático están pendientes.  

    «Costa Rica rompió sus lazos con Taiwán y al establecer relaciones con China, obtuvieron un estadio, el cual ha creado muchos problemas, esto resultó ser muy problemático y caro para el país; negociaron un proyecto de carreteras que hasta ahora se está moviendo después de casi una década. Los estudios muestran que pasó muchísimo tiempo para que se pudiese ver algún beneficio y luego hubo una refinería, la refinería Recope en la cual China planeaba invertir, pero hubo acusaciones de corrupción”, explica a Expediente Público, Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano.

    La carretera a la que se refiere Myers es la de Puerto Limón, conocida como Ruta 32, que empezó a ampliarse en 2007 y fue la última promesa que hizo el gobierno de Pekín, asegurando que estaría lista para el bicentenario de la independencia centroamericana, en septiembre de 2021, pero esa también es una promesa que aún no se cumple.  

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    La ampliación de la ruta de 107 kilómetros, a un costo de $495 millones, de los cuales $395 millones serán aportados por parte del gobierno asiático, deberá esperar al menos hasta mayo del próximo año para estar terminada, más de año y medio después de la fecha original.  

    La empresa China Harbour Engineering (CHEC) es la encargada de la obra y la promesa original era terminar los trabajos en octubre de 2020. El proyecto ha sido ampliamente cuestionado no solo por su lento avance, sino por las anomalías en su diseño y ejecución.  

    Luego vino el desastre de la Refinería de RECOPE, el proyecto de crear una refinería conjunta y que estableció la sociedad Reconstructora Chino Costarricense (Soresco).

    Consistía en una refinería en Limón propiedad de Costa Rica y China, con un fondo inicial de $100 millones aportados por ambos países en partes iguales, por supuesto.  

    El sueño terminó en diciembre de 2020 después de disputas legales interminables, señalamientos de corrupción y arbitrajes internacionales. Los  detalles del proceso de liquidación son “confidenciales”, según lo consigna el laudo arbitral.  

    Para Evan Ellis, profesor investigador de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos y un especialista en temas asiáticos , los países latinoamericanos en general no han recibido los beneficios esperados de China.  

    “Lo que es cierto es que algunas promesas se han cumplido, otras no tanto, pero sí por lo general, los países no han recibido en términos comerciales ni de inversión, los beneficios que han esperado. En el caso de Costa Rica, podemos ver solo la cancelación de la refinería de Recope, y también las dificultades de la ruta 32 y también otras dificultades especialmente después del cierre de la planta de producción de chips de Intel y la manera que las exportaciones de Costa Rica aumentaron brevemente a China, mientras que las importaciones desde China siguen aumentando, creando la situación que ahora el déficit comercial de Costa Rica es mucho peor que antes del reconocimiento”, explica Ellis a Expediente Público.

    Según Ellis, este es un patrón muy parecido en las estadísticas de intercambio comercial entre Pekín con El Salvador y República Dominicana.  

    “Había un pequeño aumento del primer año después del reconocimiento, de exportaciones hacia China, pero el año siguiente cayeron esas exportaciones, mientras tanto que en los dos casos también, después siguieron aumentado las exportaciones chinas a El Salvador y República Dominicana, y en los años posteriores, sigue aumentando, igual que en Costa Rica”, asegura Ellis.   

    El profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos también señala el caso de Panamá, donde “casi ninguno de los proyectos prometidos ha sido realizado”.  

    Panamá también enfrentó en noviembre de 2019 un escándalo, cuando medios panameños revelaron presuntos sobornos por $142 millones para que el entonces presidente Juan Carlos Varela, rompiera relaciones diplomáticas con Taiwán y las estableciera con Pekín. Esto debido a una donación china que jamás entró al tesoro panameño. 

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    El Canal de Nicaragua

    ¿Y qué decir del proyecto del famoso canal interocéanico en Nicaragua, concesionado por el gobierno de Daniel Ortega al consorcio chino HKND del empresario Wang Jing por 100 años? 

    Ellis dice que como no era una promesa de gobierno a gobierno, “es difícil decir que era una promesa fallida, en el mismo sentido de las promesas otorgadas por cambiar el reconocimiento a Taiwán”.  

    “En el caso de Nicaragua era el empresario chino Wang Jing, no el gobierno chino. Es un caso que muestra la manera que las negociaciones entre líderes con control legislativo de su país, pueden utilizar la esperanza de enriquecerse al enchufarse con la máquina de dinero de China, al final son negocios que solo quedan para el beneficio de esas elites y sus socios chinos, sin necesariamente beneficiar al país”, dice Ellis. 

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    El académico califica lo del Canal de Nicaragua como “una ilusión de humo”, pero señala cómo la familia Ortega-Murillo estaba obsesionada de comprar terrenos en Brito, en la salida pacífica del Canal, y participar como socios de negocios en las actividades masivas de desarrollo del Canal. 

    “Vemos este mismo patrón en otros muchos lugares. En Ecuador, los asociados de Rafael Correa como Jorge Glass, beneficiándose con su relación política a través de negocios con las empresas chinas y realizando las grandes obras. En casi todos los países vemos este mismo patrón, entonces para mí, lo de Nicaragua es otro ejemplo de promesa falsa que muestra el peligro de la poca transparencia y la colaboración de elites y empresas chinas, que dan beneficios a esos dos, sin beneficio a largo plazo al país, y como en Nicaragua, con posibilidad de fracaso total del proyecto”, explica Ellis. 

    Margaret Myers, del Diálogo Interamericano, dice que Wang Jing “es todo un personaje; creo que bien se merece su propio documental”.

    Ella recuerda cómo a pesar de no tener experiencia con la construcción de canales o infraestructura de ese tipo, creyó que podía crear una empresa y mover la legislación nicaragüense para garantizar que él y el gobierno de Nicaragua pudiesen lograr este proyecto de canal que había sido un sueño por muchos años, pero no pudieron concretizar el proyecto de 50 mil millones de dólares y 100 años de concesión. 

    “Lo cual me lleva a pensar que este era un proyecto que no se estaba promoviendo desde las más altas esferas de poder de China, que era algo que no tenía apoyo completo de los bancos ni del gobierno chino”, dice Myers, quien cree que el proyecto quedará en espera indefinidamente.  

    De Wang Jing y el canal interocéanico poco se ha sabido después de que medios internacionales y nicaragüenses reportaron enormes pérdidas de su fortuna en el mercado bursátil. El presidente Ortega ha mencionado en sus discursos que retomarán el proyecto sin mayores detalles al respecto. 

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    Promesas  y  élites 

    En el caso de El Salvador, donde la Asamblea Legislativa ratificó el 18 de mayo un acuerdo de cooperación con China, el profesor Ellis advierte que “vez, tras vez, tras vez, no ocurren las cosas como lo esperado, al final, en cada caso, los países quedan perjudicados en lo que pueden vender a China versus lo que China puede penetrar en su mercado, y si eventualmente queda algo del proyecto de inversión chino, llegan en términos mucho peores que lo esperados”. 

    En esto coincide Francisco Pérez, profesor emérito de la Universidad de Tamkang, en Taiwán: “En general, estos países no han recibido todo lo que esperaban y los beneficios no se alejan demasiado de lo que habrían recibido sin ser aliados. Sin embargo, al inicio sí se registraron donaciones y préstamos”. 

    “China no es un demonio, pero no es una santa ni la Cruz Roja. Es un país pragmático que busca sus intereses, no va a regalar por regalar, cuando ella misma tiene gente que no alcanza los niveles mínimos de bienestar”, advierte Pérez.  

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    Según este catedrático y periodista, “la práctica china de dar mucha importancia a los lazos personales y tratar de influenciar con dádivas puede generar más corrupción en Latinoamérica”.  

    Pérez explica que China corteja a las élites y los poderosos económica y políticamente, ofrece beneficios a ellos o sus familiares, cabildea con regalos y promesas, favorece a grupos económicos en sus relaciones con China y financia a personajes o grupos. 

    “China no quiere ser colonialista en el ámbito político pero sí obtener beneficios económicos de los recursos naturales y con las exportaciones e inversiones en servicios, lo mismo que hicieron los países colonialistas”, sentencia. 

    Según Pérez, China busca recursos y mercados, ganar la plata que ahora ganan Europa y Estados Unidos. Por eso, le interesan más los países mineros y los que tienen grandes mercados.  

    “Sin embargo, Centroamérica también es un lugar donde se puede ganar con inversiones en servicios y arrebatando mercados como el automotriz, telefonía, informática, etcétera a otros actores internacionales”, señala. 

    El profesor Ellis coincide con Pérez.  »A China no le importa ni la democracia ni la transparencia ni que pase en el país mientras ese país le dé lo que desea, esto da oportunidad para China de colaborar con ese tipo de elites que buscan escapar de presiones sobre transparencia y buena gobernanza”, explica. 

    Hay otros riesgos que señala Ricardo Castañeda, economista senior salvadoreño del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) .

    “Si además de mantener las relaciones con el resto de países, incluyendo a Estados Unidos, se fortalecen las relaciones con China en principio no pasaría nada, incluso sería beneficioso por ser la segunda potencia mundial. Pero si tú decides priorizar la relación con China a costa de tus socios tradicionales te aíslas del escenario internacional”, advierte Castañeda.  

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    “China no se caracteriza por el cumplimiento de derechos humanos, por lo que no te exigirá mayores cosas a cambio en este campo. Para un gobierno que no le gusta la rendición de cuentas, la garantía de derechos humanos, así como la democracia, la apuesta por China sería atractiva”, subraya Castañeda.   

    Transparencia es la clave 

    Tanto Ellis como Myers coinciden que hacer negocios con China no es el problema sino el hecho de la poca transparencia de esos negocios y acuerdos con los gobiernos latinoamericanos. 

    “Yo creo que no se trata de decir que El Salvador no debe realizar negocios con China, El Salvador puede realizar negocios con China como con cualquier otro país, bajo condiciones de transparencia, con instituciones saludables”, dice.

    “Pero lo que es clave, es sí las interacciones serán transparentes. Eso baja las posibilidades de que las elites corruptas puedan crear acuerdos que solo los beneficien a ellos y a sus socios chinos, pero no al país”, sentencia Ellis.  

    Margaret Myers dice que “es esencial que cualquier trato negociado ya sea con China o con cualquier otra empresa china, se haga con un alto grado de transparencia en consulta no sólo con partidarios del gobierno, sino también con representantes de la oposición, o que al menos lo conozca la oposición, que haya consulta con las comunidades que serán afectadas por cualquier proyecto, que haya un proceso de licitación con competencia. 

    “Puede ser que en la oferta la empresa china sea la mejor opción para hacer el proyecto, pero debe haber un proceso de licitación con ofertantes para demostrar que la elección sea correcta y que lo que China está presentando será de beneficio al final del día y que sea congruente con todo lo China promete, como el cuido del medio ambiente, la sostenibilidad y si ese es el compromiso que China va a traer o no”, señala Myers. 

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    Ellis recuerda el caso de Panamá con el expresidente Juan Carlos Varela, que incluso quería usar 4,1 mil millones de dólares para comprar un tren bala chino, algo que finalmente no sucedió por las reacciones que generó su intención. 

    “Si los países no desarrollan de manera independiente su propio plan coherente de cómo van a usar dinero del pueblo para generar beneficios para su gente y solo aceptan lo que los chinos proponen o lo que suena bonito, entonces nunca van a generar beneficios sostenibles y al final, es crítico reforzar las leyes medio ambientales y laborales, porque en países como Costa Rica, el gobierno no ve las cosas que hacen las empresas chinas para cortar costos”, denuncia Ellis. 

    “En parte es culpa del gobierno si permiten empresas chinas con récord de prácticas predatorias y si el gobierno no está listo para asegurarse que cumplan con sus promesas laborales y medio ambientales, entonces el gobierno comparte la culpabilidad”, enfatiza.  

    La diplomacia de las vacunas 

    Y en tiempos de Covid-19, el otro acercamiento chino es precisamente por esa vía. En China surgió la pandemia y ahora buscan vender las vacunas contra el Covid-19. 

    En Centroamérica, hasta ahora, solo han llegado vacunas chinas de la marca Coronavac, fabricadas por Sinovac, a El Salvador, cuyo gobierno compró dos millones de dosis y luego recibió una donación de 150 mil dosis adicionales. 

    La vacuna Sinovac fue homologada la primera semana de junio por la Organización Mundial de la Salud, China ha distribuido vacunas como Coronavac, Sinopharm o Cansino por todo el mundo.  

    “China ha regalado vacunas a algunos países, pero a otros, como en el caso de Perú, se las cobrado a precio de oro, mucho más caras que las de Pfizer, Moderna o AstraZeneca. Y todo indica que ha presionado a algunas de esas empresas para impedir o recortar sus ventas a Taiwán, imponiendo un cerco sanitario a la isla”, explica el profesor Pérez, de la Universidad de Tamkang, en Taiwán. 

    Esto ha puesto presión sobre los aliados de Taiwán en la región, que necesitan desesperadamente vacunas, como es el caso de Honduras o Paraguay. 

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    El profesor Ellis explica que China en casi todos los países ha aprovechado su capacidad de aumentar su producción para entregar vacunas más rápido que las empresas occidentales, en conjunto con un gran mercadeo. Cada cargamento de vacuna que sale en avión es recibido por altos dignatarios del país receptor, y entonces da la impresión que China está ayudando a la región, rescatándolo de su crisis, mientras que los Estados Unidos no toma acción.  

    “La verdad es que los Estados Unidos ha comprometido 4,000 millones de dólares, más que cualquier otro país, incluso que la Unión Europea o Inglaterra, incluso China o Rusia, que ni siquiera aparecen en la lista de donantes grandes de Covax, pero los Estados Unidos no recibe crédito por eso”, se queja Ellis. 

    El sistema Covax fue establecido por la OMS para recibir donativos de vacunas contra el covid-19 para países pobres. El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica y Nicaragua han recibido vacunas con esa modalidad en Centroamérica. 

    Sin embargo, Ellis señala que países como Chile han recibido el 85 % de todas sus dosis de China, y países como Brasil y República Dominicana, a cambio de un acceso acelerado de vacunas, han recibido exigencias de los chinos para que sus gobiernos permitan a la empresa de telecomunicaciones Huawei no ser excluida de licitaciones de 5G. 

    “Países como Paraguay donde China ha intentado sin éxito, obligar al gobierno de Marito Abdo Benítez cambiar su relación con Taiwán por vacunas, y en Honduras donde parece que Juan Orlando Hernández está prometiendo abrir una oficina comercial en China que con ese medio paso ayude a su país a conseguir la vacuna que desesperadamente necesita de los chinos”, ejemplica Ellis. 

    Myers también coincide que los chinos buscan a través de las vacunas, influir en la región. 

    “Lo que hemos observado es una oportunidad para que los chinos se comprometan y fortalezcan sus protocolos y lazos diplomáticos en la región mediante donaciones, por medio por supuesto de la entrega y venta de vacunas a una serie de países que no han podido tener acceso a vacunas de, digamos por ejemplo los Estados Unidos durante largo tiempo, ni de otras empresas o países”, dice Myers.  

    Pérez cree que  Estados Unidos debería intensificar sus lazos económicos con Latinoamérica, vender y regalar vacunas e intensificar los proyectos de ayuda al desarrollo buscando el mutuo beneficio.  

    Pérez espera que en julio, Taiwán comience a fabricar sus vacunas y pueda en unos meses abastecer toda la demanda de sus aliados. 

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