Por Gerardo Berthin
El análisis e investigación de la represión transnacional en América Latina es escueto. Sin embargo, los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua podrían reflejar cómo en la región se pudiese estar manifestando hoy la represión transnacional. Las redes informales expansivas que operan con efectividad en América Latina, la falta de presencia formal del Estado e instituciones en amplios espacios territoriales, la desigualdad y marginalización, las alianzas formales e informales de los gobiernos con el crimen organizado, los sistemas sofisticados de corrupción, y la apertura y transparencia en países anfitriones de exiliados podrían ser factores de análisis e investigación en América Latina para analizar sus vínculos de causalidad o correlación con la represión transnacional.
El concepto de represión transnacional puede entenderse de distintas maneras según el contexto y las circunstancias específicas. Por ejemplo, en gran parte de América Latina el concepto está asociado con los regímenes militares de los años 70, quienes utilizaban una serie de tácticas y medidas transnacionales por fuera de sus fronteras nacionales, para callar, silenciar y exiliar a sus opositores. La represión transnacional no es un fenómeno nuevo, aunque hoy su extensión e intensidad son más amplias y complejas, ya que las represalias en contra de defensores de derechos humanos, periodistas y activistas han incrementado y el exilio y la migración han crecido. Por ejemplo, se estima que más de 7.7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección, mientras que la crisis que atraviesa Nicaragua desde abril de 2018 ha provocado la salida de al menos 605,000 nicaragüenses, el mayor éxodo de su historia, superior incluso al de la década de 1980.