Por Expediente Público
El líder chino Xi Jinping asumió hace unos días su tercer periodo como gobernante de la República Popular China, convirtiéndose así en el político con más años en el cargo desde Mao Tse-tung (1949-1976). Su figura ha sido dominante por diez años y los analistas empiezan a referirse a él como el nuevo emperador de China.
La analista chilena Sascha Hannig, experta en temas asiáticos, periodista, con una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Hitotsubashi, Japón, advierte que Jinping es una figura más autoritaria que sus antecesores debido a las políticas implementadas.
En una conferencia ante el Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finisterra de Chile, Hannig hizo un recuento histórico de China y cómo han llegado a la situación actual hasta convertirse en la segunda potencia económica mundial.
¿Por qué se compara a Xi Jinping como una figura más autoritaria porque sería distinto a sus antecesores? Hannig señala que la primera razón es que ha implementado como política “una idea de que China tiene que dejar de responder a la integración al sistema internacional, sino que debe guiar el sistema internacional, de influir en el sistema internacional, de poner la perspectiva china en el corazón y la mente del mundo, en el corazón y la mente de los ciudadanos”.
Hannig explica que China está haciendo eso “con un trabajo paralelo de inversión extranjera directa con relaciones culturales-relaciones comerciales y efectos en los medios de comunicación, propaganda etcétera”.
“China es la segunda potencia económica mundial y está creciendo en cuanto su influencia internacional ya sea a través de inversión extranjera directa. Su participación en organismos internacionales, culturales en temas de idioma, en temas de medios de comunicación, etcétera”, subraya Hannig.
Repaso de historia
Pero para esta académica chilena no se puede explicar la figura de Xi Jinping sin hacer un recuento histórico de China.
Hannig recuerda que hasta el siglo 19, China estaba desplegada en gran parte de la región, partes de lo que hoy es Rusia, toda Mongolia y Taiwán.
La experta explica que China tenía una extensión importante durante la dinastía de los Manchú, hasta la disolución del imperio. Luego fue teniendo varios problemas durante su extensión. Hacia el final de la dinastía, China estaba en un proceso de reestructuración.
Luego los japoneses habían empezado mostrar su interés en expandirse hacia el territorio continental por medio de Corea y Rusia tenía intención de tomar lo que hoy en día es Vladivostok y expandirse hacia el océano Pacífico.
China y Taiwán
“Por supuesto había un debate sobre si era posible mantener una dinastía que además era de una minoría étnica o cultural. Después de la disolución del imperio empiezan proyectos de restauración, de un proyecto democrático, republicano en China con personajes como Sun Yat-sen, uno de los personajes más importantes en este periodo”, recuerda Hannig.
Sun se vuelve finalmente el primer presidente de la República de China. Él es del Kuomintang (el partido Nacionalista), un partido que hoy en día sigue existiendo en Taiwán y eso explica en gran parte la tensión entre China y la República de China o Taiwán es este hecho.
“Sun es precedido por Yuan Shikai, quien se declara a sí mismo nuevo emperador. Vemos que Xi Jinping no es el primero en la historia al que se lo compara o toma la nostalgia nacional de una figura más suprema o de emperador. Yuan Shikai ya había tratado él mismo de instaurarse como emperador”, explica.
Luego aparece la figura del general Chiang Kai-Shek, quien se presenta a sí mismo como el heredero del Kuomintang y entra en conflicto con el líder comunista Mao tse-tung en los años los años 40.
En el año 1949, el Kuomintang pierde la guerra civil ante los comunistas y se despliega a Taiwán y siguen gobernando en Taiwán.
“El debate es hasta el día de hoy sobre el rol del Kuomintang y de la reunificación de Taiwán con China. Xi es uno de los primeros líderes en muchos años que habla de medios diplomáticos y no diplomáticos para la toma de Taiwán y es una de las grandes alertas que han sonado en occidente, en especial en Estados Unidos”, señala Hannig.
El origen de Xi Jinping
Después de la llegada de Mao al poder en 1949, una de las cosas más traumáticas de su Gobierno fue “El gran salto adelante”, un proceso de industrialización que terminó con una hambruna y causó finalmente un shock poblacional y también en términos de la calidad la vida de los ciudadanos en China.
Después de Mao fueron generándose reformas hasta que llega al poder Deng Xiaoping, que el mundo lo conoce como el gran reformista. Deng abre el país al mundo y con esa reforma se habla de 800 millones de personas que salen de la pobreza.
Luego continúa Jiang Zemin con la idea de levantar o revitalizar China y abrirla al mundo, pero también es el presidente que estaba de líder en el Gobierno para la matanza de Tiananmen donde murieron decenas de estudiantes que tenían meses protestando contra el régimen.
Lo sucede Hu Jintao, que es el presidente que estuvo hasta el año 2013 y es reconocido por su política mucho más abierta hacia occidente. Fue el presidente que logró hacer que China ingresara en la Organización Mundial de Comercio y materializó los Juegos Olímpicos de Beijing.
“Y aparece después Xi Jinping, que se convierte en el primer presidente o el primer líder de China después de Mao que dura más de 10 años. Por eso es que hacen las comparaciones y ahora se ven trabajos de propaganda donde se pinta la cara de Xi y Mao en paralelo”, explica Hannig.
¿De dónde es Xi Jinping?
Xi nació en 1953 en la provincia de Shaanxi, una provincia china que no tiene acceso al mar. Es el hijo de Xi Zhong-un, viceprimer ministro de Mao, con una larga conexión con el partido, pero que cayó en desgracia durante la Revolución Cultural, un proceso de purga ideológica que causó millones de muertos y arrestados entre 1966 y 1976.
“Se ha tejido toda una mística alrededor de la figura de Xi como una persona que nace desde abajo y que fue la universidad y que se crea finalmente como el gran hombre de partido. Pero toda su familia estaba muy metida en el partido, su padre fue viceprimer ministro del país, con una larga conexión con el partido, que cayeron en desgracia en el momento sobre todo la revolución cultural”, recuerda Hannig.
La experta china explica que Xi termina creciendo en la parte rural de la provincia de Shaanxi y lo describe como “muy ordenado en cuanto a su postura hacia el partido, obediente, no era un gran innovador y así básicamente se mantuvo siempre fuera de problemas en lo público”.
En 2008, el Partido Comunista Chino (PCCh) inicia un proceso de limpieza de la corrupción en el país que deja muchos candidatos afuera.
“Y como Xi había estado una función bastante neutra, en ese momento se toma la oportunidad y se dice bueno, está persona es ordenado, está en regla, no se mete en problemas, entonces puede ir o es seguro ponerlo porque le va a dar continuidad al proceso y así llega al poder”, explica Hannig.
Los poderes de Xi Jinping
Xi Jinping es electo Secretario General del PCCh en noviembre de 2012 y asume el poder en marzo del año siguiente.
“Xi es el secretario general, es básicamente líder de la milicia y presidente del país, la figura de presidente del país en lo técnico no es tanto de la organización, sino más cómo trabaja un canciller, en la representación que él tiene hacia fuera, él es la cara visible de China al mundo”, expone Hannig.
La académica explica que “como hay un partido único, hay una situación de espejo, el partido único tiene un secretario general, un comité central, que trabaja directamente con el Estado en el desarrollo y administración del país. El Estado tiene un vicepresidente, un congreso, una conferencia consultiva y un poder judicial, pero a diferencia de lo que nosotros estamos acostumbrados en occidente, existe una interconexión entre la estructura en organización del partido y del gobierno”.
Además, el Ejército Popular de Liberación no está subordinado directamente al Gobierno, sino que, al partido, por lo tanto, Xi es su jefe supremo.
“No existe un Ejército del país directamente, por este sistema de partido único, sino que hay una interrelación del partido con el Gobierno”, subraya Hannig.
“Eso explica que la figura de Xi sea tan omnipotente y se compare ya con un poder tan omnipotente como los emperadores”, enfatiza la académica chilena.
“Una de las cosas que explican un poco la reelección es que en alguna de estas cosas fue tremendamente popular: la visión de China para el futuro, esta idea de no tenemos que responderle a Estados Unidos, un poco la venganza contra Japón, el conflicto con Taiwán y la idea de que hay que reunificarlo”, explica Hannig.
¿Por qué emperador?
Como veíamos en el recuento histórico, China hay una larga historia de personas que se declaran emperadores. ¿Pero por qué a Xi se le considera un emperador y no a sus antecesores?
Según Hannig, la primera razón es que Xi ha implementado una política que pretende dominar el sistema político y económico internacional.
“Xi promueve muy fuertemente los que se llama contar una buena historia china. Ellos quieren que se muestre al mundo lo que ellos quieren que se cuente”, dice Hannig.
Su régimen ha reducido notablemente las libertades de sus ciudadanos y ha establecido un férreo control con herramientas tecnológicas de primera.
“El despliegue de propaganda y la censura de internet se hace mucho más fuerte”, asegura Hannig.
Las prohibiciones impuestas por Xi Jinping
“Una de las cosas que ha hecho Xi es promover el fanatismo, un sentimiento nacionalista muy fuerte de lealtad al partido”, explica Hannig. Pero esto también produce conflictos locales y persecución religiosa.
La académica ejemplifica la parodia popular de comparar a Xi con el personaje de caricaturas Winnie the Pooh.
“Su reacción fue prohibir cualquier contenido en internet en comparación con Winnie the Pooh y eso ocurre con cada escándalo, con cada cosa”, dice Hannig. “Esta anécdota de Winnie the Pooh, como una cosa tan simple como una caricatura, un estado de parodia pasa a ser censurada través del internet”.
“Obviamente se han hecho más difíciles la renovación de documentos en general para los extranjeros, los cambios constitucionales, purgas, persecuciones religiosas, ha habido un periodo de degeneración paulatino”, agrega.
Campos de concentración y represión
Xi ha implementando violaciones de derechos humanos, represión, restricciones a las libertades y una censura cada vez mayor en el país.
Hannig incluye entre esos hechos los campos de concentración en Xinjiang y persecución de minorías, especialmente musulmanas, la represión de las protestas en Hong Kong en 2019, donde instaura una ley de seguridad del Estado y el control sobre las empresas chinas y sus líderes más emblemáticos.
“China impuso que los representantes electos en Hong Kong tenían que ser leales a la ciudad pero también a la patria, lo que hacía pasar por el filtro también de Beijing desde el año 2010 y eso causó un cambio visible en la manera en que la ciudad se desarrolla. Desde entonces pierden medios de comunicación y se desata la persecución de disidentes”, ejemplifica Hannig.
Luego vino un mayor control sobre las empresas privadas que incluso las obligan a pasar información de los países donde operan en el extranjero y casos como el del dueño de la firma AliBaba, Jack Ma, que tras hacer críticas al sistema, fue desaparecido por meses y luego obligado a tener un perfil bajo.
La pandemia del Covid-19
El contexto que es reelegido Xi es después de la pandemia del Covid-19, precisamente originada en la ciudad de Wuhan, en China.
Hannig dice que la reelección ocurre “con una gran oposición silenciosa por básicamente la política de cuarentenas que hubo durante el Covid-19 donde ciudades como Shanghái, que estuvieron hasta cuatro meses encerradas, con un palo pegado la puerta o encerrados en campos de cuarentenas, sin distribución efectiva de provisiones y sin la capacidad de salir en caso de emergencia”.
La académica recuerda que muy cerca de la reelección de Xi como líder del partido en octubre del año pasado, hubo un incendio en un edificio y como estaba todo cerrado para que que la gente no pudiera salir por la cuarentena, los bomberos tampoco pudieron entrar y murieron muchísimas personas.
“Como consecuencia, hubo mucha oposición primero local y después organizada. Hubo mucha difusión internacional que solo se equipara van a la masacre las protestas de Tiananmen. El Gobierno respondió con la bajada en intensidad de las cuarentenas, pero a las personas que empezaron a movilizarse, terminaron desapareciendo porque hay que recordar que China tiene una cámara por cada siete habitantes”, señala Hannig.
Consecuencias
Las consecuencias de las políticas de Xi han llevado a muchas empresas a sacar su producción de China porque el trato a las empresas extranjeras ha cambiado en los últimos años.
Empresas como Apple están sacando su producción, empresas de energía, empresas japonesas fabricantes de autos y las industrias extranjeras que ven una situación compleja en China. Xi ahora asegura que no necesitan la industria extranjera y han dado énfasis a su industria local.
Y otro problema, según Hannig es que “estamos viendo un desfase entre el Producto Interno Bruto reportado y el Producto Interno Bruto real del país. Eso va a tener un impacto a corto o largo plazo en el mundo”.
La académica explica que hacia los años 90 empezó a verse un crecimiento en la calidad de vida en el PIB per cápita pero también sus disparidades.
“Shanghái tiene el PIB per cápita de Estados Unidos pero hay ciudades de provincias del centro que tienen un PIB per cápita similar a países africanos”, explica.
Según Hannig, se ve el efecto del crecimiento económico y su relación con el mundo, pero desde la pandemia se ha estancado muy fuerte “y se ve y se siente dentro del país”.
“De hecho, hoy en día las condiciones para los recién egresados de la universidad en China están hechos muy difíciles y se habla del 996, es decir, trabajar desde 9 de la mañana hasta 9 de la noche, 6 días a la semana”, explica.
“Hay fuertes problemas en China, pero todos invisibilizados por la censura”, sentencia.
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