Por Vladimir Rouvinski y Armando Chaguaceda. El artículo fue originalmente publicado en inglés, por The Wilson Center.
La “captura de las élites intelectuales” describe situaciones en las que los recursos, los beneficios y los procesos culturales y educativos de una sociedad están controlados o influenciados por un grupo específico. Este grupo persigue sus propios intereses, que pueden no alinearse con los de la población en general ni beneficiarlos. Esta parte de la élite a menudo persigue intereses que difieren de las necesidades relacionadas con la formación de un pensamiento intelectualmente autónomo e independiente. De vez en cuando, sus intereses se alinean con los de las élites de otras naciones. Esta convergencia a veces surge de sinergias ideológicas y visiones del mundo compartidas sobre el orden social. En otras ocasiones, está impulsado por agendas planificadas de cooptación e influencia deliberadas de una élite sobre otra. Este escenario puede llevar al surgimiento de un segmento de la élite intelectual que sirva como facilitador de las políticas exteriores, potencialmente en detrimento de la audiencia más amplia.
Estrategia rusa para capturar a las élites intelectuales en América Latina
En este contexto, las estrategias de largo plazo de Rusia en América Latina apuntan a involucrar a las élites intelectuales de la región e influir en la opinión pública a través de diversos canales. Esto incluye medios de comunicación como RT Actualidad y Sputnik Mundo y la construcción de una red de personas influyentes. Por ejemplo, muchos estudiantes latinoamericanos que recibieron una intensa formación ideológica en universidades soviéticas volvieron más tarde a ocupar puestos influyentes en sus sistemas políticos y educativos nacionales, en los medios, instituciones educativas, grupos de expertos y círculos de formulación de políticas.
Esta táctica, que recuerda a las estrategias de la era soviética, tiene un impacto duradero. Moscú también involucró activamente a intelectuales que eran vistos como capaces de promover narrativas soviéticas en sus países de origen. Estas personas desempeñaron un papel en la formulación de políticas y la educación de futuros líderes, influyendo así en el futuro de la región.
Una dinámica similar se está desarrollando hoy. Desde la perspectiva de la captura de la élite intelectual, es esencial hacer distinciones entre intelectuales sólidos de la región y facilitadores locales de la narrativa de Moscú. El hecho es que los intelectuales occidentales y latinoamericanos pueden ofrecer análisis genuinos que difieren significativamente de las posiciones oficiales de sus gobiernos. Mientras que el gobierno ruso y los medios controlados por el gobierno retratan al “Occidente colectivo”” como entidad homogénea y uniforme, la realidad es mucho más compleja y diversa. Esta diversidad de perspectivas es saludable y enriquece nuestra comprensión de los cambios globales de hoy. Sin embargo, aunque esta complejidad es evidente para la comunidad académica, no siempre lo es tanto para los medios de comunicación y el público en general.
Replicadores hacen eco de la narrativa rusa en medios de comunicación occidentales
Por ejemplo, los presentadores de programas en español de la emisora alemana Deutsche Welle muchas veces no corrigen a sus participantes que repiten la gran narrativa de Moscú, como la existencia de “fronteras administrativas de la Federación Rusa”, o al menos señalar que esa es la opinión de uno de los participantes y que según el derecho internacional, es el territorio soberano de Ucrania ocupado por Rusia.
Otro ejemplo son los programas en español de France 24, que son ampliamente consumidos por el público latinoamericano. Si bien apuntan a brindar diversas perspectivas sobre temas relacionados con Rusia, algunos programas brindan una plataforma a los facilitadores de Moscú que resuenan con las narrativas oficiales del Kremlin. Estos incluye presentar la retirada de Rusia en 2022 de partes del territorio ucraniano como un «gesto de buena voluntad». justificando la invasión como una defensa de la población rusa en Donbass y cuestionando la legitimidad del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
Narrativa oficial rusa presente en libros de texto mexicanos
La cuestión se vuelve más preocupante cuando los facilitadores vinculados a Rusia poseen títulos académicos y puestos universitarios de prestigio, que les otorgan credibilidad y reconocimiento. Esto genera más inquietudes cuando son autores de libros de texto que se utilizan en las aulas o pueden llegar a un gran número de estudiantes.
Un ejemplo reciente es un libro de texto sobre política exterior comparada publicado en México, pensado como un recurso estándar para los estudiantes mexicanos de relaciones internacionales. Si bien muchos capítulos ofrecen análisis valiosos e independientes realizados por académicos mexicanos e internacionales, el capítulo sobre la política exterior rusa no lo hace. Escrito por un graduado de la Universidad de la Amistad de Rusia, el capítulo afirma que “hubo una intervención directa de Estados Unidos en Ucrania para orquestar un golpe de estado, desplazando a los europeos en febrero de 2014” (p. 287). En este se afirma que “inicialmente, el conflicto parecía probable de resolverse rápidamente, pero cuando Estados Unidos y la UE comenzaron a enviar armas a Ucrania, se convirtió en una confrontación OTAN-Rusia librada en suelo ucraniano” (p. 287).
El mencionado capítulo evita utilizar el término “guerra” para referirse a la invasión rusa de Ucrania y, en cambio, se basa en frases como “operación militar especial” y “conflicto” sin aclarar sus distinciones. Este enfoque permite que las narrativas oficiales de Moscú se presenten bajo la apariencia de un análisis académico. Además, el libro de texto carece de un capítulo sobre la política exterior ucraniana para contrarrestarlo, lo que evidencia un déficit significativo de perspectiva crítica en un recurso destinado a las generaciones jóvenes de mexicanos.
Otro ejemplo es el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la universidad de habla hispana más grande a nivel mundial en términos de población estudiantil, presupuesto y producción de investigación.
A pesar de la invasión rusa de Ucrania en 2022, la influencia rusa en este programa aumentó, incluida una creciente presencia de representantes de los medios de comunicación afines al Kremlin. El director del programa, respaldado por importantes recursos del presupuesto nacional y una amplia extensión a los estudiantes y al público, sostiene que “el conflicto en Ucrania significa el fin del unilateralismo dirigido por el Pentágono, y la censura de Occidente a RT representa el fin del control unilateral de la opinión pública por parte de los medios de comunicación dominantes.” Adicionalmente, RT participó en una mesa redonda en la conferencia anual del programa, discutiendo noticias falsas y manipulación de los medios, esencialmente poniendo al zorro a cargo del gallinero.
Élites intelectuales en América Latina enmascaran la narrativa oficial rusa como análisis académicos legítimos
Es crucial resaltar que los estándares de libertad académica aprobados por la UNESCO y la OEA son inexistentes en la Rusia actual. Por el contrario, en el ámbito educativo, la autonomía de los investigadores e instituciones latinoamericanas financiadas por homólogos occidentales es evidente, como se ve en la crítica sistemática a las políticas estadounidenses y gobiernos europeos por entidades como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la red de ciencias sociales más grande de la región. Rusia y sus facilitadores regionales aprovechan la falta de claridad que distingue el apoyo auténtico para promover la diversidad de pensamientos intelectuales y el uso de intelectuales para alcanzar objetivos políticos específicos de un gobierno en particular.
Los “análisis” ofrecidos por los facilitadores intelectuales de Rusia en América Latina no son independientes; se hacen eco de las narrativas oficiales de Moscú sin cuestionarlas. Esta falta de independencia en sus análisis indica su parcialidad hacia el Kremlin. No critican al gobierno ruso, replican plenamente las narrativas promovidas por Rusia en lugar de realizar análisis adecuados y adaptan su discurso dependiendo del medio de comunicación o el espacio educativo con el que interactúan, manteniéndose siempre dentro del marco establecido por el Kremlin.
En este contexto, es crucial distinguir entre intelectuales genuinamente independientes –cuyas diversas opiniones se basan en análisis sólidos e imparciales– y aquellos que forman parte de élites capturadas. No hacer esta distinción puede tener graves consecuencias. En América Latina, incluso los medios de comunicación e instituciones educativas más importantes y bien establecidos, tanto dentro como fuera de la región, a menudo confunden las narrativas de los facilitadores con las de expertos independientes en sus esfuerzos por presentar perspectivas diversas. Esta confusión permite que las grandes narrativas de Moscú se presenten como análisis legítimos. La situación pone de relieve la necesidad urgente de una evaluación crítica de las fuentes de información, una responsabilidad que todos compartimos en la lucha contra la captura de las élites intelectuales en América Latina.