(In English below)
Por: Dr. Vladimir Rouvinski
En el ámbito de las relaciones rusas contemporáneas con América Latina, los vínculos de Moscú con Nicaragua se distinguen por el nivel de confianza construido entre los liderazgos políticos de ambos países, que se remonta a los tiempos de la Guerra Fría. Además de este antecedente histórico, el grado de cooperación en temas políticos y de seguridad que Daniel Ortega y Vladimir Putin han estado consolidando continuamente desde que Nicaragua reconoció a las repúblicas separadas de Abjasia y Osetia del Sur respaldadas por Rusia luego de la guerra ruso-georgiana en 2008 es significativo.
La razón principal detrás de las peculiares relaciones Rusia-Nicaragua es doble. Por un lado, en paralelo al reforzamiento de las tendencias autoritarias en Nicaragua y al creciente aislamiento internacional del régimen de Ortega, Managua necesita un poderoso aliado capaz de brindar amplio apoyo político al país en escenarios multilaterales y espacios informativos. Además, Ortega deseaba involucrar a la Rusia de Putin en asuntos domésticos que necesitaban ser reforzados rápidamente, como, las operaciones policiales y de influencia. Por otro lado, Moscú ve a Nicaragua en clave de reciprocidad estratégica donde el valor fundamental de esta nación centroamericana para el Kremlin es su proximidad geográfica a los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, luego de la guerra en Ucrania iniciada por Putin en febrero de 2022, Rusia está obligada a aumentar su participación en el juego geopolítico en el hemisferio occidental. En este contexto, Nicaragua, controlada por Ortega, tiene todas las características que Rusia busca para un centro de actividades en la región: conocimiento de primera mano y constantemente actualizado a través de su Embajada y otras oficinas controladas por el gobierno ruso en el área, autoridades locales que colaboran plenamente, instalaciones de Moscú administradas de forma independiente en el terreno, y redes en los países vecinos de América Central. Además, involucrar a Nicaragua requiere costos relativamente bajos para Rusia en comparación con las inversiones necesarias para aumentar la presencia rusa en otras naciones aliadas de la región, como Cuba o Venezuela.
En otras palabras, la fuerza de los lazos ruso-nicaragüenses contemporáneos sirve perfectamente a los intereses de Moscú y Managua desde una perspectiva de corto y mediano plazo. Además, la creciente importancia que el gobierno de Vladimir Putin otorga a la dimensión ideológica de la búsqueda de Rusia por construir un nuevo orden mundial, una alternativa al orden mundial liberal existente liderado por los Estados Unidos y sus aliados occidentales, se combina con el potencial para expandir rápidamente las capacidades militares y de inteligencia rusas reales en Nicaragua. Estos elementos constituyen una amenaza para la seguridad y la estabilidad en el hemisferio occidental, donde el predominio de democracias afines es la clave para mantener la estabilidad y la colaboración en la región.
Esta investigación rastrea la evolución de las relaciones entre Daniel Ortega y el gobierno de Vladimir Putin, prestando especial atención a la influencia de la reciprocidad simbólica y examinando un compromiso continuo multidimensional que amenaza la seguridad y la estabilidad en el Hemisferio Occidental. Además, valora perspectivas de esta relación a medio plazo.
English
By: Dr. Vladimir Rouvinski
Within the scope of contemporary Russian relations with Latin America, Moscow’s ties to Nicaragua stand apart in terms of the level of trust built between the political leaderships of both countries, which can be traced back to the Cold War, in addition to the extent of cooperation in delicate political and security issues that Daniel Ortega and Vladimir Putin have been consolidating continuously since Nicaragua separately recognized the Russian-backed republics of Abkhazia and South Ossetia following the Five-Day War or Russo-Georgian War in 2008.
The main reason behind the peculiar Russia-Nicaragua relations is double-fold. On one hand, in parallel with the strengthening of authoritarian trends in Nicaragua and the growing isolation of Ortega’s regime in the international arena, Managua needed a powerful ally capable of providing wide-ranging political support to the country in various multilateral settings and information spaces. Besides, Ortega wished to engage Putin’s Russia in the domestic issues that needed to be reinforced quickly, such as policing and influence operations. On the other hand, Moscow views Nicaragua through the lens of strategic reciprocity, described later in this paper, where the pivotal value of this Central American nation to the Kremlin is its geographical proximity to the United States.
At the same time, following the war in Ukraine started by Putin in February 2022, Russia is bound to raise its stake in the geopolitical game in the Western Hemisphere, and, in this context, Ortega-controlled Nicaragua has all the characteristics that Russia would seek to create a hub for its activities in the region: first-hand and constantly updated knowledge through its embassy and other Russian government-controlled offices in the area, fully-collaborating local authorities, Moscow’s independently managed installations on the ground, and its networks in the neighboring countries of Central America. In addition, engaging Nicaragua requires relatively low costs for Russia compared to the investments necessary to increase Russian presence in other allied nations of the region, such as Cuba or Venezuela.
In other words, the strength of contemporary Russia-Nicaragua ties perfectly serves the interests of both Moscow and Managua from short and medium-term perspectives. Moreover, taking into consideration the increased importance given by the government of Vladimir Putin to the ideological dimension of Russia’s quest for constructing a new world order, an alternative to the existing liberal world order led by the United States and their Western allies, combined with the potential to expand the Russian intelligence and military capacities in Nicaragua swiftly, constitutes a threat to security and stability in the Western Hemisphere, where the prevalence of like-minded democracies is the key to maintain peace and collaboration in the region. Against the above background, this paper traces the evolution of relations between Introduction Daniel Ortega and Vladimir Putin’s government by paying particular attention to the influence of symbolic reciprocity and examining a multi-dimensional continuous engagement between the countries that threatens security and stability in the Western Hemisphere in the short and medium terms.